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Ser mezquino, es más que negarse a compartir el pan o cualquier beneficio que se haya “adquirido, material, profesional, espiritual y/o intelectual”. -Se trata de una actitud irracional que se atribuye a aquellos que resisten reconocer el talento, los logros, habilidades, capacidad y méritos puesto de manifiesto en los hechos de los demás, que han de ser apreciados, aun no sean del partido político de nuestra preferencia, no importando su predilección sexual, la clase social a la que pertenezca, grado educativo que se ostente, su nivel económico, color, origen o nacionalidad.
Es una manera
de manifestar el bajo nivel que se posee, muchas veces se actúa hasta cegado
por soberbia, de manera arbitraria e inicua al momento de tener que admitir las
cualidades del otro, que en efecto, no significa en manera alguna que tengamos
que sentirnos inferiores por reconocer a los demás; mas por el contrario, ser
justo ante el valor del otro nos ennoblece.
Algunos
sujetos (…), se permiten
actuar en igual dimensión que la que le delega su grado de dignidad. Prefieren
impedirse asimismo y no intentan salir de su insuficiencia, imbuida en el
alterado ego que le sumerge en la inopia. Usualmente,
así se actúa cuando se he muy exiguo y de curvado carácter, ensanchan su
jactancia. Muestran su egocentrismo grotescamente, sin lograr llenar
sus vacíos existenciales. Son percibidos como enanos en
generosidad, se resisten a dejar de habitar en el grupo de los triviales (…).
En tanto que,
la lisonja, es una forma de exaltación inmerecida que se apropia a alguien que
ostenta alguna posición, o atracción física, hombre o mujer con nivel económico
o burocracia…, y que,
algunos con tal de obtener beneficio de los tales, tienden hacerle manifiesto
de cierta adulación.
Existen
marcadas desigualdades entre reconocer el merito de alguien, a diferencia de
lisonjear. Pero, como la vigente sociedad luce ajena de honrar los buenos valores,
tiende a tergiversar los buenos principios. Se
está más atento a mancillar y expresarse en términos peyorativos, en lugar de
destacar el altruismo. Algunas
personas, no logran salir de su propia necedad, se alían a los comunes que
cabalgan en su pobreza mental.
Los personeros
sin escrúpulos, tienden a considerar que cuando se destaca el valor de la
calidad humana, se he dizque lisonjero, y hasta le llaman de manera soez:
Lambón, a los que de modo absurdo son considerados como tal, en el afán de no
destacar lo ejemplar que se pernote en los demás.
En una
sociedad como la actual, tan subordinada, sediciosa y subversiva, se hace
difícil destacar el logro de alguien y valorarlo como un justo reconocimiento. La falta de conciencia, causa
que los atrasados traten de repudiar las buenas aptitudes.
Es razonable
destacar los valores humanos, es un deber imperativo que sigamos enfatizando en
todo cuanto nos permita reivindicar nuestro adentro.
El vano orgullo y
petulancia que se asienta en el sórdido proceder de los tales, ciega e impide
reconocer el merito de los demás. La
merecida calidad, se intenta menoscabar por aquellos fútiles que unen su
tirantez y se revuelcan en el polvo de sus propias confusiones...
Sería
interesante que todos hagamos apología colectiva a destacar la calidad
profesional, laboral, sociocultural, eclesiástica, empresarial, sindical,
gubernamental e institucional, y en sentido general. Sigamos destacando todo lo que
reviste nobleza, honradez y lealtad, ello me parece interesante, y es que eso
se traduce en una acción multiplicadora, en esta sociedad desviada como la que
nos ha tocado vivir.
A pesar de que
nos vean como ilusos, al momento de proyectar las esencias, en este mundo,
donde parecería primar la
voracidad, avaricia desmedida, la envidia y el mal sin límite, que encuentra
eco en los que aborrecen destacar lo útil. Se prefiere situarse en la crítica
destructiva, que a muchos le confunde el sentido de su exactitud.
Cesáreo
Silvestre Peguero, autor del libro PERIODISMO CONSENTIDO.