Todo lo puedo en Cristo que me fortalece (Filipenses 4:13

Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. -Filipenses 4:13

Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente: no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios será contigo en donde quiera que fueres. Josué 1:9

Periodista Cesáreo Silvestre Peguero, editor de este portal Web.

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domingo, 27 de marzo de 2016

Cómo cambiar un hábito

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Los que me leéis más frecuentemente sabéis que decidí cambiar mis hábitos. Cada mes decido un hábito que quiero cambiar y me enfoco en él. He conseguido implantar en mi día a día hábitos cómo madrugar másmeditar a diariohacer ejercicio, terminar mi día diciendo las tres cosas mejores del día
Al principio algunos no me funcionaron. Pude cambiar el hábito por unos días, pero después no conseguía mantenerlos en el tiempo. Pero después de hacer el taller de hábitos Shojiki, aprendí cómo cambiar un hábito de forma correcta, para siempre.
Os voy a hacer un pequeño resumen de lo que aprendí en el taller, pero realmente lo que me hizo aprender es el taller en sí. A pesar de ser un taller online, Chocobuda consigue una buena evolución del alumno, mediante potcasts, apuntes, grupos de trabajo y sesiones individuales por Skype, todo esto acompañado de meditación. Puede parecer que me pagan por hablar por este taller, pero no es así; realmente es un taller que recomiendo a todo el mundo que quiera cambiar un hábito.

Claves para cambiar un hábito

  1. Compra una pequeña libreta o coge alguna que tengas por casa. Va a ser tu diario del hábito, dónde apuntarás diariamente tu evolución con el hábito. Por ejemplo “Hoy estuve tentado a comer un pastel, pero me mantuve firme en mi hábito. Opté por fruta.” También puedes usar una aplicación para el móvil, si eres más de tecnología. Te recomiendo Lift.
  2. Elige tu hábito. Reflexiona si está alineado con tus valores y con tus metas en la vida. Escribe los “¿para qués?” de tu hábito, todos los beneficios que vas a tener cuando lo tengas implantado en tu vida. Si lo que quieres es cambiar un mal hábito, piensa en cuál va a ser el hábito que va a sustituir al malo.
  3. Comprométete con el hábito. Si has decidido cambiar un hábito, comprométete al 100%, y llévalo a cabo pase lo que pase. Ya está bien de “me gustaría” o “voy a intentar”. Comprométete por escrito, en tu libreta de hábito. Díselo a todos tus familiares y amigos, publícalo en tus redes sociales.
  4. Elige el detonante de tu hábito. ¿Qué es lo que te recordará hacer este nuevo hábito? Por ejemplo, si quieres salir a correr todas las mañanas, puedes prepararte tu ropa deportiva junto a la cama el día anterior y ponerte la alarma una hora antes.
  5. Elige una recompensa, algo que realmente te motive. Por ejemplo, si te encanta el cine y quieres dejar de fumar, al final de cada semana que hayas conseguido no fumar puedes irte al cine. Tiene que ser una recompensa que realmente disfrutes.
  6. Empieza lentamente, hazlo de forma gradual. Yo empecé la meditación con 5 minutos y el madrugar más con 10-15 minutos.
  7. Investiga y documéntate. Busca en Internet en páginas o blogs que hablen sobre eso. Lee libros sobre tu tema o busca vídeos en Youtube. Cuando tienes un marco teórico fuerte, todas las preguntas que surjan ya estarán resueltas y eso te da capacidad de acción en caso de errores o de que necesites modificar tus procedimientos. Aprende de las experiencias de los demás.
  8. Define un plan. Pon por escrito en tu libreta del hábito cómo vas a proceder, con detalle. Por ejemplo, si cada tarde te apetece algo dulce y quieres cambiar ese mal hábito, tu procedimiento puede ser, cada vez que te dé ganas de azúcar, dedica ese tiempo a leer tu blog favorito con una buena taza de té (sin azúcar) – siempre que te guste leer blogs y tomar té, claro. ;) Encuentra lo que funciona mejor para ti.
  9. Sé fuerte. Es importante la disciplina en los primeros días. Hazlo de forma consciente.
  10. Detecta tus excusas. De repente te encontrarás excusándote para no hacer tu nuevo hábito. Sé consciente de que es una excusa y que estás saboteándote. Recuerda que tu hábito merece la pena y sigue con él.
  11. Entusiásmate con el nuevo hábito. Busca ese impulso que te motiva a luchar por tu hábito. Si pierdes la motivación, vuelve a buscar vídeos o blogs que te motiven, cambia de enfoque.
  12. No te derrumbes si fallas. El fracaso es una fuente inagotable de sabiduría y aprendizaje. Ríete de tus errores y aprovecha para mejorar. Ponte en marcha en seguida: sigue con tu hábito.
  13. Cuando tu nuevo hábito ya sea una realidad, felicítatedisfruta de tu nueva vida. Sé agradecido y generoso: comparte lo que sabes, ayuda a los demás a cambiar.
Hacer el taller de hábitos Shojiki me enseñó a cómo cambiar un hábito.  Y cambiar los hábitos es cambiar la vida. Y tú, ¿qué hábito quieres cambiar?
Foto  por Konstantin Zamkov
 

Serie “Cómo alcanzar la paz interior”: 7. Perdonar

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Perdonar es dejar a un lado los pensamientos y actitudes que nos crean dolor, pensamientos relacionados con un hecho que nos ha causado y nos sigue causando sufrimiento. Para ello debemos aceptar, de corazón, lo que ocurrió.
Todos hemos sido heridos por otra persona en algún momento u otro. Y mientras que este dolor es normal, a veces que el dolor persiste por mucho tiempo. Revivimos el dolor una y otra vez, y tenemos dificultades para dejar ir.
Esto causa problemas. No sólo hace que seamos infelices, sino también puede tensar las relaciones, distraernos del trabajo y la familia y otras cosas importantes, hacernos reacios a confiar en las personas. Nos quedamos atrapados en un ciclo de la ira y el dolor, y se pierde la belleza de la vida.
Tenemos que aprender a dejar ir. Tenemos que ser capaces de perdonar, para que podamos seguir adelante y ser felices.
El perdón puede cambiar tu vida. La mía la cambió.
El perdón no significa borrar el pasado, o olvidarnos de lo que ha sucedido. Ni siquiera significa que la otra persona va a cambiar su comportamiento – no se puede controlar eso. Tampoco significa que vaya a haber una reconciliación, aunque a veces ocurre.  Lo único que significa es que estás dejando de lado la ira y el dolor, y pasas a un estado mejor, de paz interior.
No es fácil. Pero se puede aprender a hacerlo.
Estos son algunos motivos por los que perdonar:
  • Perdono porque lo necesito, no porque me lo pidan o sea generoso, o por el qué dirán… realmente necesito perdonar para estar en paz.
  • Perdono porque quiero estar bien conmigo mismo y la ofensa me mantiene en un estado de alteración que elimina cualquier atisbo de tranquilidad.
  • Perdono porque las ofensas pesan mucho y acumularlas durante mucho tiempo en mi interior pueden crear enfermedades en mi cuerpo físico.
  • Perdono porque mi vida, mi felicidad, mi bienestar es mucho más importanteque cualquier ofensa que puedan hacerme.
Comparto contigo algunas cosas que he aprendido:
  1. Comprométete a perdonar. Esto no se hace en un segundo ni siquiera en un día. Cambiar algo en ti puede suponer algún tiempo. Así que comprométete a cambiar, porque reconoces que el dolor te está haciendo sufrir.
  2. Piensa acerca de los pros y los contras. ¿Qué problemas te causa este dolor? ¿Afecta a tu relación con esta persona? ¿ Y con los demás? ¿Te afecta en el trabajo o con la familia? ¿Te impide perseguir tus sueños, o de convertirte en una mejor persona? ¿Te causa infelicidad? Piensa en todos estos problemas, y te darás cuenta que tienes que cambiar. Entonces piensa en los beneficios del perdón – la forma en que te hará más feliz, liberarte del pasado y el dolor, mejorar las cosas con tus relaciones y la vida en general. A mí esto es lo que más me motivó a perdonar.
  3. Date cuenta de que tú puedes cambiar esto . Tú no puedes controlar las acciones de los demás, de hecho no te aconsejo que trates de hacerlo. Pero sí puedes controlar no sólo tus acciones, sino también tus pensamientos. Puedes dejar de revivir el dolor, y puedes optar por seguir adelante. Tú  tienes este poder. Sólo tienes que aprender a ejercerlo.
  4. Practica la empatía. Prueba esto: ponerte en los zapatos de esa persona. Trata de entender por qué la persona hizo lo que hizo. Hazlo siempre presuponiendo de que la persona no es una mala persona, pero que  ha hecho algo malo. ¿Qué podía haber estado pensando en ese momento? ¿Qué fue lo que le pasó a esa persona para que hiciera lo que hizo? ¿Qué podía haber sentido cuando lo hizo, y qué sintió después? ¿Cómo se sentirá ahora? No se trata de decir que lo que hizo está bien, pero intenta ponerte en su lugar tratando de entender y empatizar.
  5. Asume tu responsabilidad . Trata de imaginar cómo podrías haber sido parcialmente responsable de lo sucedido. ¿Qué podrías haber hecho para prevenirlo, y cómo se puede evitar que suceda la próxima vez? Esto no quiere decir que  estés tomando toda la culpa, o asumiendo la responsabilidad de la otra persona.  Se trata de darse cuenta de que no somos víctimas sino participantes en la vida.
  6. Concéntrate en el presente. Ahora que has reflexionado sobre el pasado, te das cuenta de que el pasado ha terminado. No está sucediendo ya, excepto en tu mente. Y eso te causa problemas – infelicidad y estrés. En lugar de eso, lleva tu atención de nuevo al momento presente. ¿Qué estás haciendo ahora? ¿Qué de positivo puedes encontrar en lo que está sucediendo en este momento? Busca lo positivo en la vida ahora y deja de revivir el pasado. Es normal que, inevitablemente, empieces a pensar en el pasado, pero inmediatamente date cuenta y lleva suavemente tus pensamientos  de nuevo al momento presente.
  7. Siente compasión. Por último, darte cuenta que, al perdonar a la persona,  te estás permitiendo ser feliz y seguir adelante. Siente empatía por la persona y el deseo de felicidad para ella. Puede tomar tiempo, pero si estás atascado en este punto, repite algunos de los de arriba hasta que puedas llegar hasta aquí.
Deberíamos empezar por perdonarnos primero a nosotros mismos, observarnos y ver qué cosas aún no nos hemos perdonado, y dejarlo ir.

Cómo ser una persona positiva

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Muchas personas, cuando ven el nombre de mi blog, piensan que los contenidos tratansobre positivismo y felicidad. Si eres lector asiduo de Vida en Positivo, te habrás dado cuenta que en principio no es así: suelo hablar de minimalismo existencial, productividad, desarrollo personal y vida saludable.
A pesar de eso, cuando me encuentro con lectores de mi blog o a través de los mensajes que me mandáis, soléis decirme que mi blog os transmite positivismo. Estoy muy contenta por esto.
Me considero una persona positiva. No soy positiva en todos los momentos de mi vida, pero sí en la mayoría. Pero no siempre fue así. De hecho antes era bastante negativa. Incluso podría decir que era un lastre para las personas de mi alrededor. ¿Por qué cambié? Porque decidí cambiar, y trabajé para ello.
Me gustaría compartir con vosotros cuáles son los trucos que uso yo para ser una persona positiva.

20 Trucos para ser una persona positiva

  1. Sé agradecido con la vida. Agradece cada día lo que la vida te da, los dones que tienes y las personas maravillosas que tienes a tu alrededor.
  2. Céntrate en lo que tienes, no en lo que no tienes.
  3. Aprende a disfrutar de las cosas simples.
  4. Tómate un tiempo para apreciar la vida. Al final de cada día, repasa todo lo bueno que te ha pasado ese día.
  5. Toma consciencia de tu diálogo interno. Sustituye los pensamientos negativos por positivos.
  6. Vive en el aquí y el ahora. No te preocupes demasiado por el pasado ni por el futuro.
  7. No veas ni leas noticias. Dan una imagen muy negativa de la vida que no es real.
  8. Sepárate de las personas negativas.
  9. Rodéate de personas positivas.
  10. Olvida el victimismo. Cámbialo por la responsabilidad.
  11. No critiques. No juzgues.
  12. Observa a las personas desde la compasión. Busca el lado bueno de cada persona.
  13. Demuestra a los demás el amor que sientes por ellos. Dales un abrazo, una sonrisa, pasar tiempo con ellos.
  14. No te compares con los demás, pero sí siéntete inspirado por ellos.
  15. Acepta la crítica con gracia.
  16. Lucha por tus sueñosPlantéate metas e ilusiónate con ellas.
  17. Observa los problemas como metas a superar y oportunidades para aprender.
  18. Observa el fracaso como un pequeño paso en el camino hacia el éxito.
  19. Date cuenta de que es posible, en lugar de pensar por qué no puedes.
  20. Quéjate menos. Sonríe más.
Ser una persona positiva me ha cambiado la vida. Considero que es una de las claves de haber conseguido cambiar mis hábitos y de los logros que he alcanzado.
Foto por Jing Qu

Aprovechar el tiempo

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A veces creo que estoy obsesionada con aprovechar el tiempo. Pasé muchos años de mi vida dedicada a trabajar para ganar dinero; muchos años de mi infancia dedicada a ver la televisión. Muchos años, meses, días, horas, minutos y segundos perdidos. Me perdí mucho. Mucho más de lo que os llegáis a imaginar.
Pero ya todo eso se acabó.
Ahora a cada minuto de mi vida me pregunto: ¿merece la pena dedicarle tiempo a ésto? ¿Para qué lo hago? Y en la medida de lo posible elijo la opción que considero más importante para mí. Me siento responsable de elegir:
¿Limpiar mi casa o tomar un té con un amigo?
¿Ver la televisión o hablar con mi familia en la comida?
¿Trabajar muchas horas para tener más dinero o tener menos y pasar tiempo con mis hijos?
¿Dejar pasar las horas o gestionar mi tiempo para que sea productivo?
¿Mirar el whatsapp o escuchar lo que me dice una amiga?
¿Tirarme en el sofá o dar un paseo por la naturaleza?
¿Avanzar en mis proyectos o echar una tarde de rol con los amigos?
¿Ver las noticias o leer un libro que me guste?
¿Terminar el máximo de tareas o pararme a preguntar a una compañera cómo le va?
¿Comer sola o invitar a toda mi familia a comer?
¿Pasar una hora en facebook o ver un documental de mis temas favoritos?
¿Ver una película o jugar al Catán con mis hermanos?
¿Ahorrar dinero o hacer un viaje apasionante?
¿Vivir una vida estándar o VIVIR UNA GRAN VIDA?
Creo fervientemente que construimos la vida que queremos, elegimos cada momento qué vida queremos tener.
Es cierto que aún a veces hago cosas que no me hacen sentir plenamente. Por suerte soy consciente de ellas y estoy trabajando para cambiarlas.
Vivir así tiene unos costes a pagar. Vivir intensamente puede ser a veces muy estresante y caótico. Cada día es diferente y está lleno de miles de experiencias. Hay días que mi vida es una auténtica locura. Bendita locura.

Porque el tiempo se va como arena entre las manos.
Porque cada uno de esos minutos no va a volver.
Porque no sabemos el tiempo que nos queda.
Porque no hay una segunda oportunidad para vivir.
Ésta es mi vida y la quiero vivir ahora.

Me gustaría compartir con vosotros este cuento de Jorge Bucay, sacado de su libro  Déjame que te cuenteAprovechar el tiempo.

 Cuento aprovechar el tiempo

Había una vez un hombre que estaba decidido a disfrutar de la vida.
Él creía que para eso debía tener suficiente dinero.
Había pensado que no existe el verdadero placer mientras éste deba ser interrumpido por el indeseable hecho de tener que dedicarse a ganar dinero.
Pensó, ya que era tan ordenado, que debía dividir su vida para no distraerse en ninguno de los dos procesos: primero ganaría dinero y luego disfrutaría de los placeres que deseara.
Evaluó que un millón de dólares sería suficiente para vivir toda la vida tranquilo. El hombre dedicó todo su esfuerzo a producir y acumular riquezas.
Durante años, cada viernes abría su libro de cuentas y sumaba sus bienes.
-    Cuando llegue al millón- se dijo- no trabajaré más. Será el momento del goce y la diversión. No debo permitir que me pase lo de otros- se repetía-, que al llegar al primer millón empiezan a querer otro más.
Y fiel a su duda hizo un enorme cartel que colgó en la pared:
SOLAMENTE UN MILLÓN
 Pasaron los años.
El hombre sumaba y juntaba. Cada vez estaba más cerca. Se relamía anticipando el placer que le esperaba.
Un viernes se sorprendió de sus propios números:
La suma daba 999.999,75
¡Faltaban 25 centavos para el millón! Casi con desesperación empezó a buscar en cada chaqueta, en cada pantalón, en cada cajón las monedas que faltaban….No quería tener que aguardar una semana más.
En el último cajón de un armario encontró finalmente los 25 centavos deseados.
Se sentó en su escritorio y escribió en números enormes:
1.000.000

Satisfecho, cerró sus libros, miró el cartel y se dijo:
-   Solamente uno. Ahora a disfrutar…
En ese momento sonó la puerta.
El hombre no esperaba a nadie. Sorprendido, fue a abrir. Una mujer vestida de negro con una hoz en la mano le dijo:
-   Es tu hora.
La muerte había llegado.
-   No….- balbuceó el hombre-. Todavía no…..No estoy preparado.
-   Es tu hora- repitió la muerte.
-   Es que yo…..El dinero….El placer….
-   Lo siento, es tu hora.
-   Por favor, dame aunque sea un año más, yo postergué todo esperando este momento, por favor…
-    Lo lamento- dijo La muerte.
-   Hagamos un trato- propuso desesperado-: yo he conseguido juntar un millón de dólares, llévate la mitad y dame un año más. ¿Sí?
-   No.
-   Por favor. Llévate 750.000 y dame un mes….
-   No hay trato.
-   900.000 por una semana.
-   No hay trato.
-   Hagamos una cosa. Llévatelo todo pero dame aunque sea un día. Tengo tantas cosas por hacer, tanta gente a la que ver, he postergado tantas palabras…por favor.
-  Es tu hora- repitió La muerte, implacable.
El hombre bajó la cabeza resignado.
-   ¿Tengo unos minutos más?- preguntó.
La muerte miró unos pocos granos de arena en su reloj y dijo:
-   Sí.
El hombre tomó su pluma, un papel de su escritorio y escribió:
Lector:
Quienquiera que seas. Yo no pude comprar un día de vida con todo mi dinero.
Cuidado con lo que haces con tu tiempo.
Es tu mayor fortuna…

7 razones para huir del consumismo excesivo

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Desde hace tiempo estoy tratando de llevar una vida minimalista. Pero eso no significa que no tenga cosas. En casa somos cuatro y tenemos camas, armarios, mesas, sillas, sofás, platos, vasos… Mis hijos tienen juguetes, libros… Hacemos deporte, leemos, vamos al cine de vez en cuando. Puede que estemos intentando tener una vida minimalista, pero seguimos siendo consumidores. Al fin y al cabo, es difícil vivir sin consumir.
Aún así estamos trabajando duro para huir del consumismo excesivo. El consumo se convierte en consumismo excesivo cuando se extiende más allá de aquello que se necesita. La publicidad sutilmente nos genera falsas necesidades y remodela nuestros deseos en torno a posesiones materiales. Vivimos en una cultura de consumo que hace que el consumismo excesivo parezca natural y lo normal. Pero no tiene porqué ser así.
Ropa de moda, coches más rápidos, tecnología más innovadora, casas llenas de todo tipo de cosas… El consumo excesivo nos promete la felicidad, pero nunca lo consigue. Sólo se consigue el deseo de poseer cada vez más y más, un deseo promovido por el mundo que nos rodea. Y poco a poco comienza a robarnos la vida.
Pero se puede dar un paso a atrás y luchar contra eso. El consumo es necesario, pero en consumismo excesivo no lo es. Podemos rechazarlo intencionadamente. Disfrutaremos más de la vida, estoy segura de eso.
Algunas razones por las que escapar del consumismo excesivo pueden ser:
  1. Más tiempo libre. La sensación de nunca terminar con el cuidado de las cosas que poseemos está minando nuestro tiempo y energía. El cuidado de nuestras casas y coches, la limpieza de cada una de las cosas que poseemos y mantener en orden todo eso nos quita un tiempo muy valioso que podríamos invertir en cosas más importantes en nuestra vida. El cuidado de cosas que no necesitamos, y en la mayoría de los casos no disfrutamos, está drenando emocional y físicamente nuestra vida. Estamos mucho mejor siendo dueños de menos.
  2. Menos deseo de llevar un estilo de vida de lujo. La televisión e internet ha traído la envidia a nuestras vidas a un nivel que nunca antes había experimentado la historia de la humanidad. Antes de la era digital, como mucho podríamos desear llevar la vida de los vecinos de al lado. Ahora quisiéramos tener el estilo de vida de ricos y famosos y soñamos con que nos toque la lotería para conseguirlo. Sólo un rechazo consciente al consumismo excesivo puede silenciar este deseo.
  3. Menos deuda. El español promedio posee 2,5 tarjetas de crédito, gasta 295 euros de media al mes con ellas y tiene una deuda media de 12.386 € en tarjetas de crédito. Esta deuda provoca estrés en nuestras vidas y nos obliga a trabajar en trabajos que no nos gustan o más horas de la cuenta. Nos hemos jugado nuestro futuro bajo las promesas vacías de los anuncios. Y hemos perdido.
  4. Menos impacto ambiental. El planeta Tierra produce suficientes recursos para satisfacer todas nuestras necesidades, pero no produce lo suficiente para satisfacer todos nuestros deseos. Seas más o menos ecologista, es difícil discutir con el hecho de que el consumo de más recursos no es sano para la Tierra, sobretodo cuando es completamente innecesario.
  5. Más generosidad. Escapar del consumismo excesivo siempre libera la energía, el tiempo y las finanzas. Cuando empezamos a rechazar la tentación de gastar todos nuestros recursos en nosotros mismos, nuestros corazones se abren y la satisfacción se encuentra en dar nuestros recursos personales a otros. La generosidad encuentra espacio en nuestra vida y nos alinea con nuestros valores más profundos.
  6. Más felicidad. Muchas personas creen que si encuentran la felicidad en sus vidas, su deseo de consumir en exceso se desvanecerá. Pero he comprobado que lo contrario es cierto, que el rechazo intencional del consumo excesivo abre la puerta para que la felicidad eche raíces en nuestra vida. Comencé la búsqueda del minimalismo como un medio para realinear mi vida entorno a mis grandes pasiones, no como un medio para encontrar satisfacción. Pero de alguna manera, el minimalismo se ha traducido en una mayor satisfacción.
  7. Una mayor comprensión de que este mundo no es sólo material, la verdadera vida se encuentra en las cosas invisibles: el amor, la confianza, la ilusión… Una vez más, todos sabemos que hay cosas en este mundo que son mucho más importantes que lo que poseemos.Pero si alguien viniera a investigar nuestras acciones, gastos e ingresos, ¿llegaría a la misma conclusión? ¿O hemos estado demasiado ocupados buscando la felicidad en los lugares equivocados?
Huir del consumismo excesivo no es una batalla fácil. Si lo fuera, lo haríamos más a menudo (me incluyo). Pero es una batalla que vale la pena luchar, porque nos priva de la vida mucho más de lo que pensamos.
El consumismo excesivo promete la felicidad, pero nunca lo consigue. La verdadera vida hay que encontrarla en otro lugar.
 Foto de Michael W. May

Déjate tiempo para vivir

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Por Noemí Rodríguez

Déjate tiempo para vivir
Hoy me he levantado con una reflexión. De hecho, llevo dándole vueltas desde anoche, y no he podido dormir muy bien por ello.
Reconozco que soy una persona multiapasionada. Me gusta estar metida en mil asuntos, y normalmente estoy pensando en qué proyecto nuevo voy a  iniciar o qué actividad voy a hacer. No hay nada malo en ser así. De hecho, estoy orgullosa de ello.
Quizás lo que me hace reflexionar es en qué pongo toda esa energía y entusiasmo. Hubo un tiempo de mi vida que mi “pasión” era el trabajo. Siempre me ha gustado mucho mi profesión y he tratado de hacerlo lo mejor posible, dedicándole el tiempo necesario. Sin embargo, en esa época, salía temprano por la mañana hacia el trabajo y no volvía hasta por la noche. Los fines de semana hacía cosas en casa para adelantar tareas pendientes o para estudiar más para estar mejor preparada. Muy pocas cosas significativas pasaron en ese tiempo de mi vida. Dediqué mi tiempo principalmente al trabajo.
Claro que eso ya es pasado y afortunadamente supe reaccionar y empezar a dedicar más tiempo a lo que de verdad es importante para mí: mis hijos, mi pareja, mis amigos, mi salud…
Aún así pienso que aún tengo mucho que mejorar. Me sigue apasionando mi trabajo,ahora más que nunca, y me sorprendo a mi misma saliendo una hora más tarde de la oficina o limpiando la bandeja de entrada de mi correo electrónico por la noche desde casa. Además sigo metiéndome en muchos proyectos, y a veces pienso que no me dejo tiempo para vivir.
No soy la única que le pasan estas cosas. Miro a mi alrededor y veo amigos que trabajan en sábado y domingo (después de haber trabajado toda la semana), compañeras que llegan a casa, acuestan a sus hijos y siguen trabajando hasta la madrugada, otras que después de muchos años deciden tener un móvil de empresa o les cuesta el matrimonio, niños pequeños que no salen al parque porque sus papás tienen que trabajar en sus proyectos…
No soy perfecta y no tengo que serlo (esto último me lo tengo que recordar muchas veces). A veces dedico mucho tiempo en hacer que las cosas muy bien, en lugar de simplemente dejar que las cosas fluyan y aprender a amar la imperfección y a asimilar los errores.
Ahora estoy haciendo un ejercicio que me ayuda a ser consciente de a qué he dedicado mi tiempo. Cada noche hago un repaso de mi día: de mi lista de las 4 cosas más importantes para mí, evalúo cuánto tiempo he dedicado en ese día a cada una de ellas y cómo de satisfecha me siento, del 0 al 10. ¿Cuánto tiempo le he dedicado a mis seres queridos? En los días que trabajo a turno partido, a lo mejor sólo he visto a mis hijos por la noche un rato, y a mi pareja otro ratito a mediodía: pues le doy un 3. ¿Cuánto tiempo le he dedicado a mi salud, a cuidarme? Y así voy evaluando mi forma de dedicar el tiempo a lo que quiero. Eso sí, sin juzgarme ni sentirme culpable, sólo con la idea de reflexionar y ser consciente.
Sé que estoy en el camino hacia la vida que quiero. Cada vez le dedico más tiempo a mis seres queridos, a cuidarme, a disfrutar, a vivir. Me he propuesto que este año sea el año de la calma, y gracias a mis ejercicios de mindfulness y meditación estoy consiguiendo estar menos estresada, disfrutando de lo que hay a mi alrededor y relativizando todo mucho. No voy a dejar de ser multiapasionada: me gusta vivir nuevas experiencias, afrontar nuevos retos. Pero esas experiencias, esos nuevos retos, quiero elegirlos yo, y quiero vivirlos intensamente, disfrutando de cada momento. Todavía me falta mejorar, pero, ¿dónde está la perfección en esto?

Cuento: Una hora de tu tiempo

De nuevo un cuento de Jorge Bucay, sacado del libro El camino del encuentro:
Cuentan que una noche, cuando en la casa todos dormían, el pequeño Ernesto de 5 años se levantó de su cama y fue al cuarto de sus padres. Se paró junto a la cama del lado de su papá y tirando de las mantas lo despertó.
- ¿Cuánto ganas, papá?
- Eh?¿Cómo? -preguntó el padre entre sueños.
- Que cuánto ganas en el trabajo.
- Hijo, son las 12 de la noche, ándate a dormir.
- Sí papi, ya me voy, pero tú ¿cuánto ganas en tu trabajo?
El padre se incorporó en la cama y en un grito ahogado le ordenó:
- ¡Te vas a la cama inmediatamente, esos no son temas para que tú preguntes! – y extendió el dedo señalando la puerta. Ernesto bajó la cabeza y se fue a su cuarto.
A la mañana siguiente el padre pensó que había sido demasiado severo con Ernesto y que su curiosidad no merecía tanto reproche. En un intento de reparar, en la cena el padre decidió contestarle a su hijo:
- Respecto de la pregunta de anoche, Ernesto, yo tengo un sueldo de 1800 euros, pero con los impuestos y descuentos me quedan unos 1200 euros.
- ¡Uhh! ? cuánto ganas, papi  - contestó Ernesto.
- No tanto hijo, hay muchos gastos.
- Y trabajas muchas horas.
- Sí hijo, todo el día.
- Ahh – Asintió el chico, y siguió:
- Entonces tú tienes mucho dinero, ¿no?
- Basta de preguntas, eres muy pequeño para estar hablando de dinero.
Un silencio invadió la sala y callados todos se fueron a dormir. Esa noche, una nueva visita de Ernesto interrumpió el sueño de sus padres. Esta vez traía un papel con números garabateados en la mano.
- Papi ¿me puedes prestar 5 euros?
- ¿Ernesto? ¡¡ son las 2 de la mañana!! – se quejó el papá.
- Sí pero ¿ me los puedes dejar?
El padre no le permitió terminar con la frase.
- Así que este era el tema por el cual estás preguntando tanto por el dinero, mocoso impertinente. Vete inmediatamente a la cama antes de que me enfade de verdad.  ¡Fuera de aquí! A tu cama. Vamos.
Media hora después, quizás por la conciencia del exceso, quizás por la mediación de la madre o simplemente porque la culpa no lo dejaba dormir, el padre fue al cuarto de su hijo. Desde la puerta escuchó lloriquear casi en silencio.Se sentó en su cama y le habló.
- Perdóname si te grité, Ernesto, pero son las dos de la madrugada, toda la gente está durmiendo, no hay ningún negocio abierto, ¿no puedes esperar hasta mañana?
- Sí papá – contestó el chico entre mocos. El padre se metió la mano en el bolsillo y sacó su billetera de donde extrajo un billete de cinco euros.
- Ahí tienes el dinero que me pediste.
El chico se enjugó las lágrimas con la sábana y saltó hasta su ropero, de ahí sacó una lata y de la lata unas monedas y unos pocos billetes de cinco euros. Agregó los cinco euros al lado del resto y contó con los dedos cuánto dinero tenía. Después cogió el dinero entre las manos y lo puso en la cama frente a su padre que lo miraba sonriendo.
- Ahora sí – dijo Ernesto – llego justo, veintidos euros y medio.
- Muy bien hijo, ¿y qué vas a hacer con ese dinero?
- ¿Me vendes una hora de tu tiempo?

Cómo llevar una alimentación viva y saludable

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Por Noemí Rodríguez

 

Alimentación viva y saludable
Emplear horas en la cocina haciendo platos elaboradísimos nunca fue mi especialidad.
En mi estilo de vida sencilla, creía que tenía que haber una forma saludable de comer que fuera a la vez fácil y práctica de llevar a la vida cotidiana.
Y esto lo encontré en la alimentación viva.

 Qué es la alimentación viva

La alimentación viva es aquella que nos aporta energía vital.
Se suele decir que nadie da lo que no tiene. Por tanto, para que un alimento nos dé vitalidad, tiene que tenerla. Tiene sentido ¿no?
Sabiendo esto, los vegetales frescos son los alimentos que más energía vital nos dan. Si te das cuenta, cuando cosechas un vegetal como la calabaza, por ejemplo, sigue viva durante más tiempo. No ha perdido su fuerza vital.
Las semillas son otro ejemplo de alimento vivo que conserva el potencial de, nada más y nada menos, llegar a ser una nueva planta. Si esa semilla además la germinamos, potenciaremos hasta un 300% la cantidad de nutrientes, enzimas y energía disponible para nuestro organismo.
Otros alimentos vivos son los fermentados, como las aceitunas aliñadas tan ricas que se hacen en mi tierra o la salsa de soja.
Esta vitalidad no la tienen los alimentos como carnes o pescados, ya que provienen de un ser vivo que ha perdido su vida, su energía vital.
Y tampoco los alimentos refinados, como el azúcar blanca o las grasas industriales transformadas.

 Por qué la alimentación viva es minimalista

Los alimentos vivos son los más óptimos para el organismo, ya que éste toma de ellos su energía en las mejores condiciones y la aprovecha con poco gasto en su digestión y metabolismo.
Esto es así debido a que los alimentos vivos cuentan con las enzimas, minerales y oligoelementos necesarios para la óptima digestión y asimilación de los nutrientes que contienen.
Por eso la alimentación viva es minimalista, ya que obtiene el mejor rendimiento para nuestra nutrición: la mayor energía con el menor gasto.
Cuando calientas un alimento a más de 40º-50º empieza a perder muchas de sus enzimas y vitaminas.
Pero también es verdad que, si tu sistema digestivo está debilitado, debido a malos hábitos alimenticios u otros motivos, cocinar los alimentos con cocciones suaves puede facilitar su digestión y asimilación.

 Cómo introducir alimentos vivos y saludables en tu vida cotidiana

Después de lo que has leído, pensarás que lo más minimalista en una alimentación saludable son las ensaladas.
Y sí, ciertamente no se me ocurre comida más sencilla.
El tema está en que, al menos yo, no he llegado a un nivel de consciencia en el que comer únicamente ensaladas me baste. Nutritivamente no hay ningún problema, pero la alimentación está tan unida a la cultura, las emociones, … que un día me puede apetecer tomar un batido de papaya como los que me hacía mi abuela o una pizza para compartir con amigos.
Así que quiero contarte algunos tips para aumentar en tu alimentación cotidiana la cantidad de alimentos vivos, siempre teniendo en cuenta la regla del 80/20 que cita Inma del libro Flexivegetarianos.
Lo importante es el hábito de alimentación cotidiano. Porque así tu organismo va a tener holgura suficiente para procesar esos alimentos no tan saludables que te restan energía vital y que necesitan un esfuerzo extra de tu sistema digestivo.

 1. Mastica abundantemente

La digestión comienza en la boca, con la masticación.
Cuanto mejor mastiques la comida, más fácil será tu digestión y asimilación de nutrientes, ya que favoreces la producción de enzimas digestivas que se produce en la boca y ayudas al organismo en la descomposición de ese alimento para aprovechar sus nutrientes.

2. Acompáñate de ensaladas

No hace falta comer sólo ensaladas, pero sí es una buena idea comer un poco de ensalada en cada comida.
Además de las vitaminas y energía vital de estos vegetales, estarás tomando enzimas digestivas que te ayudarán con la digestión y asimilación de los demás alimentos que estés tomando en esa comida, y que quizá no cuenten con estas enzimas por estar más cocinados, por ejemplo.

3. Únete a los batidos verdes

En los últimos tiempos los batidos verdes están tomando protagonismo en los ámbitos de la alimentación saludable.
Y es que es una forma muy sencilla de tomar alimentos con toda su vitalidad.
El batido verde más sencillo consiste en mezclar preferiblemente una sola fruta con vegetales, sobretodo los de hoja verde.
La hoja verde tiene, entre otras cosas, clorofila: ¡Energía del sol en forma vegetal! Además, la estructura molecular de la clorofila es casi idéntica a la de la hemoglobina. Oxigena nuestras células.
Las frutas ácidas, y otras como la manzana, pera o papaya, combinan muy bien con los vegetales. Prueba con hojas verdes como las espinacas, lechuga, apio o acelgas.
Se hace rapidísimo, es muy energético y apenas tiene gasto para tu organismo.
Eso sí, ensaliva bien cada trago. Mastica también tus batidos :-)

4. Súmate al poder de las semillas

Como te comentaba, las semillas guardan todo el potencial de ser una planta.
Aprovecha esa energía y complementa tus comidas con semillas. Puedes simplemente esparcir en tu plato algunas semillas de calabaza, girasol o sésamo.
Y también tomarlos en forma de aceite o hacer ricos patés. Por ejemplo, pon en remojo unas horas unas semillas de girasol, escúrrelas y bátelas con un poco de remolacha, un chorrito de limón y salsa de soja. ¡Y a disfrutar!

5. Alíate con los germinados

Los germinados son las semillas a las que hemos puesto en las condiciones apropiadas para desplegar su potencial y comenzar a desarrollarse como planta.
Son muy potentes a nivel nutricional y energético, y más digestivas que si comemos la semilla sin germinar.
Hoy en día ya se venden brotes y germinados frescos de todo tipo de semillas, pero también puedes hacerlo tú mismo. Tan sólo necesitas ponerlas en remojo una noche, escurrirlas y meterlas en una bolsa de tela transpirable. Las lavas un par de veces al día y listo. Según la semilla que sea, en unas horas o días empezarás a ver cómo brota la vida.
Luego las puedes comer así directamente frescas, o escaldarlas un poco previamente.

Conclusión

Sin duda, la mejor manera de cambiar de hábitos alimenticios es siendo flexible.
En este sentido, con poco que hagamos por introducir alimentación viva en nuestro día a día, ya beneficia nuestro organismo y nos ayuda a contrarrestar otras comidas no tan óptimas para nuestro sistema digestivo.