Todo lo puedo en Cristo que me fortalece (Filipenses 4:13

Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. -Filipenses 4:13

Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente: no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios será contigo en donde quiera que fueres. Josué 1:9

Periodista Cesáreo Silvestre Peguero, editor de este portal Web.

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domingo, 11 de junio de 2017

¿Cómo sería el mundo si no tuviéramos que tener pasaportes?

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"¿Qué diríamos si no pudiéramos ir de una ciudad a otra sin un pasaporte o un policía vigilando nuestra espalda?"
"Ten la certeza de que no estamos suficientemente agradecidos a Dios por los privilegios nacionales que tenemos", reflexionaba el editor británico John Gadsby en su viaje por Europa a mediados del siglo XIX.
En esa época, el sistema actual de pasaportes aún no existía.
Si alguna vez has cruzado la frontera, este te resultará familiar: tienes que hacer cola y enseñar una libreta estándar a un agente uniformado. Este escrudiña tu rostro para verificar que se parece a la versión más joven y delgada de ti mismo que aparece en la foto (y ese corte de pelo: ¿en qué estabas pensando?).
Tal vez te haga algunas preguntas sobre tu itinerario mientras su computadora rastrea tu nombre en una lista de posibles terroristas.
Agente de policía revisando pasaporte y mirando sospechosamente.Derechos de autor de la imagenPAUL BRADBURY
Image captionLos países ricos refuerzan sus fronteras para mantener fuera de ellas a los trabajadores no cualificados.
Pero, durante la mayor parte de la historia, los pasaportes no se utilizaron en todas partes ni de forma tan rutinaria.
Solían ser, fundamentalmente, una amenaza: una carta firmada por alguien poderoso que solicitaba que se permitiera al viajero continuar sin complicaciones... o habría repercusiones.

Un pasaporte para salir del pueblo

El concepto del pasaporte como elemento de protección se remonta a tiempos bíblicos.
la protección era en el pasado un privilegio, no un derecho: caballeros ingleses como Gadsby que querían un pasaporte antes de aventurarse a cruzar el Canal de la Mancha debían recurrir a sus contactos sociales para encontrar a algún ministro competente.
Sin embargo, tal como descubrió Gadsby durante su paso por Francia, hasta ésta, una de las naciones más burocráticas de Europa, se dieron cuenta del potencial de los pasaportes como herramientas de control social y económico.
Incluso un siglo antes, los franceses debían mostrar documentos y trámites no sólo para salir del país, sino para desplazarse de un pueblo a otro.
En la actualidad, los países ricos refuerzan sus fronteras para mantener fuera de ellas a los trabajadores no cualificados. Históricamente, las autoridades municipales usaban los pasaportes para impedir que sus residentes cualificados se fueran.
Dos pasaportes, unas gafas y una cámara sobre un mapa mundi.Derechos de autor de la imagenMAUDIB
Image captionEn algunas naciones sudamericanas, las constituciones incluían el derecho a viajar sin pasaporte.

A punto de desaparecer

Con el paso del tiempo, el ferrocarril y los barcos a vapor hicieron que viajar fuera un proceso más ágil y barato. En esos tiempos, los pasaportes no gustaban.
El emperador francés Napoleón III compartía la admiración de Gadsby por el sistema británico, que era más relajado. Describía los pasaportes como una "invención opresiva... una vergüenza y un obstáculo para el ciudadano pacífico".
Así que decidió abolirlos en 1860.
Muchos países siguieron los pasos de Francia y eliminaron formalmente las exigencias de pasaportes o simplemente dejaron de molestarse en velar por su cumplimiento. Al menos, en tiempos de paz.
En 1890, se podía viajar de Europa a América sin pasaporte, aunque también ayudaba el hecho de ser blanco.
En algunas naciones sudamericanas, las constituciones incluían el derecho a viajar sin pasaporte. En China y en Japón, se le pedía este documento a los extranjeros sólo si querían adentrarse en sus territorios.
Una mujer en un aeropuerto esperando su vuelo.Derechos de autor de la imagenANYABERKUT
Image captionA inicios del siglo XX, la desaparición de los pasaportes parecía posible a corto plazo.
Al llegar el siglo XX, sólo un puñado de países todavía insistía en exigir un pasaporte para permitir la entrada o la salida.
La desaparición de estos documentos parecía posible a corto plazo.
¿Cómo sería hoy el mundo si eso hubiera sucedido?

Un símbolo de la crisis migratoria

Una mañana de septiembre de 2015, Abdullah Kurdi se subió a un bote inflable con su esposa y sus dos hijos en una playa de Bodrún, en Turquía. Querían cruzar los 4 kilómetros de Mar Egeo que les separaban de la isla griega de Kos.
Pero las aguas se pusieron bravas y el bote se volcó. Kurdi consiguió aferrarse a la nave, pero su familia se ahogó.
El cuerpo del más pequeño, Aylan, de sólo tres años, fue arrastrado por el mar hasta una playa turca, donde fue fotografiado por el periodista de una agencia de noticias local.
La imagen de Aylan Kurdi se convirtió en el símbolo de la crisis migratoria que convulsionó Europa ese verano.
Grafiti de Aylan en una pared.Derechos de autor de la imagenNELSON ALMEIDA
Image captionLa imagen de Aylan Kurdi se convirtió en el símbolo de la crisis migratoria que sufrió Europa entre 2015 y 2016.
Los Kurdi no planeaban quedarse en Grecia. Esperaban poder comenzar una nueva vida en Vancouver, Canadá, donde la hermana de Abdullah, Teema, trabajaba como peluquera.
Hay formas de viajar de Turquía a Canadá mucho más fáciles y que no implican embarcarse en un bote inflable a Kos.
Los 4.000 euros que el padre pagó a un traficante de personas podrían haber servido para comprar billetes de avión para toda la familia.
Pero los Kurdi carecían del pasaporte adecuado.
En realidad, debido a que el gobierno sirio negó la ciudadanía a la etnia de los kurdos, no tenían ninguno.

El color correcto

Pero, incluso si hubieran contado con pasaportes sirios, no hubieran podido abordar un avión a Canadá.
En cambio, si sus documentos hubieran sido expedidos por las autoridades de Suecia, Eslovaquia, Singapur o Samoa, la familia no hubiera tenido ningún problema.
Que el nombre del país que figura en nuestro pasaporte determine si podemos viajar o trabajar (al menos, legalmente) puede parecer algo natural. Sin embargo, se trata de un desarrollo histórico reciente y, desde cierta perspectiva, resulta extraño.
Muchos países se enorgullecen de prohibir a los empleadores que discriminen a los trabajadores por características que no pueden cambiar: género, edad, inclinación sexual o color de piel.
Varios pasaportes de diferentes colores.Derechos de autor de la imagenBET_NOIRE
Image captionEl nombre del país que figura en nuestro pasaporte determina si podemos viajar o trabajar.
Cambiar de pasaporte es posible: por ejemplo, quien tenga US$250.000 podrá comprar uno de las islas caribeñas San Cristóbal y Nieves.
Pero, para la mayoría de personas, el pasaporte depende de la identidad de los padres y el lugar de nacimiento. Y estas son dos cosas que nadie puede elegir.
Pese a esto, no hay ningún clamor popular que pida juzgar a la gente por su carácter y no por el color de su pasaporte.

Los "migrantes económicos"

No han pasado ni tres décadas desde la caída del Muro de Berlín y los controles de migración se han vuelto a poner de moda.
Donald Trump quiere que haya un muro en la frontera con México. La zona Schengen, que permite el libre tráfico de personas entre la mayoría de países de Europa, se agrieta bajo la presión de la crisis migratoria que sufre el continente.
Mientras tanto, los líderes europeos discuten sobre cómo diferenciar a los refugiados de los "migrantes económicos".
La teoría es que se debe negar la entrada a quien no se enfrenta a una persecución, sino que sólo busca un trabajo mejor para poder tener una vida mejor.
En la arena política, la lógica de restricciones migratorias se vuelve cada vez más difícil de debatir.
una barca llena de refugiados llega a la costa.Derechos de autor de la imagenARIS MESSINIS
Image captionA diferencia de los migrantes económicos, los refugiados deben demostrar que sufren una persecución en su país.
Pero en el terreno económico, la lógica apunta en la dirección contraria. En teoría, el rendimiento crece siempre que se permite a los factores de producción seguir la demanda.
En la práctica, todo proceso de migración crea ganadores y perdedores. Pero los estudios indican que se generan más de los primeros que de los últimos.
En los países ricos, la situación de cinco de cada seis ciudadanos mejora con la llegada de nuevos residentes.
Entonces, ¿por qué esto no se traduce en un apoyo popular a la apertura de fronteras?

Mala gestión

Existen razones prácticas y culturales de cómo la inmigración puede ser mal gestionada.
Por ejemplo, cuando los servicios públicos no se refuerzan y actualizan con rapidez para poder hacer frente al incremento de usuarios. También resulta complicado conciliar diferentes credos.
Además, las pérdidas tienden a ser más visibles que las ganancias.
Veamos un caso: un grupo de mexicanos llega a Estados Unidos dispuesto a recoger fruta por salarios inferiores a los que perciben los trabajadores locales.
Como resultado, el precio de la fruta caerá ligeramente y todos podrán comprarla por menos dinero. Pero algunos estadounidenses perderán su empleo.
Una pancarta de Derechos de autor de la imagenPIERRE-PHILIPPE MARCOU
Image captionHay un clamor popular para acoger refugiados. Pero los "migrantes económicos" suelen generar rechazo.
El beneficio de una fruta más barata estará muy repartido y será tan pequeño que apenas se notará. Pero el coste de que algunos estadounidenses se queden desempleados producirá gran malestar.
Los impuestos y el gasto público deberían poder modificarse para compensar a los perjudicados. Pero esto no suele suceder.
En cambio, la lógica económica de la inmigración resulta más convincente cuando no involucra el cruce de fronteras.
En la década de los 80, Reino Unido sufrió una recesión que afectaba a algunas regiones más que a otras. El ministro Norman Tebbit sugirió con desatino que los desocupados "se montaran en sus bicicletas" para buscar trabajo.
¿Cuánto mejoraría el rendimiento económico global si cualquiera pudiera montarse en su bicicleta para ir a trabajar a cualquier lugar? Según los cálculos de algunos economistas, se duplicaría.

Más riqueza sin pasaportes

Esto significaría que nuestro mundo sería hoy mucho más rico si los pasaportes hubieran desaparecido a principios del siglo XX. La razón por la que no lo hicieron es simple: la Primera Guerra Mundial.
Las preocupaciones por la seguridad prevalecieron sobre la facilidad de viaje. Los gobiernos impusieron nuevos y estrictos controles sobre los desplazamientos y, una vez alcanzada la paz, se negaron a renunciar a esta nueva fuente de poder.
Trabajador mexicano en un campo de lechugas en Estados Unidos.Derechos de autor de la imagenHECTOR MATA
Image captionSegún algunos economistas, si cualquiera pudiera trabajar en cualquier lugar, el rendimiento global se duplicaría.
En 1920, la recién formada Liga de las Naciones convocó una "Conferencia Internacional sobre Pasaportes, Aduanas, Formalidades y Pases Fronterizos". De este evento salió el pasaporte tal y como lo conocemos.
Se estipuló que, desde 1921, los pasaportes midieran 15,5 x 10,5 centímetros, tuvieran 32 páginas, se ataran a una cartulina e incluyeran una foto. Este formato ha cambiado muy poco desde entonces.
Igual que John Gadsby, quien cuente con un pasaporte del color correcto, debe estar muy agradecido.
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Este artículo es una adaptación de la serie de la BBC "50 cosas que hicieron la economía moderna". Abajo encontrarás otros episodios de la serie.

Cuatro mitos comunes acerca de la mejor manera de lavarse las manos

algomasquenoticias@gmail.com

¡Ahora lávate las manos! Suena sencillo, pero no lo es.
Aunque hay muchas pruebas de que lavarse las manos después de haber estado en el retrete, antes de comer o luego de viajar en transporte público puede reducir la propagación de enfermedades, sólo el 5% de las personas se lava las manos correctamente todo el tiempo.
Un estudio observacional de más de 3.000 personas encontró que el 10% entró a los baños públicos y no los usó en absoluto. Y si lo hicieron, el 33% no utilizó jabón.
Esto es importante porque, por desgracia, no podemos resistir tocar nuestras caras, haciendo que los gérmenes se diseminen de nuestras manos a nuestras narices y bocas, donde pueden entrar en el cuerpo.
Investigadores de Brasil y Estados Unidos descubrieron que tocamos superficies en espacios públicos un promedio de 3,3 veces por hora y nuestras bocas o narices alrededor de 3,6 veces por hora.
Así que está claro que tenemos que lavarnos bien las manos. El problema es que hay muchos mitos sobre cómo hacerlo.

¿El agua debe estar caliente para limpiar bien las manos?

En una encuesta a 500 adultos en los EE.UU., el 69% dijo creer que la temperatura del agua tiene un impacto en la eficacia del lavado de manos.
Es cierto que el calor puede matar a las bacterias (es por eso que tenemos que asegurarnos de que ciertos alimentos estén muy calientes cuando los comemos), pero el agua tendría que estar muy caliente para que esto suceda en tu piel.
Un dispensador de toallas de papel en un bañosDerechos de autor de la imagenISTOCK
Image captionAlgunos sugieren que usar toallas de papel desechable es la mejor práctica.
La salmonela, por ejemplo, puede sobrevivir a temperaturas de 55 ºC durante más de 10 minutos. Si te lavaras las manos en agua tan caliente tendrías graves quemaduras antes de 30 segundos.
Para saber exactamente cuántos microbios permanecen en nuestras manos después del lavado en agua a diferentes temperaturas -de 4,4 ºC a 50 ºC-, investigadores en la Florida utilizaron un método conocido como la técnica del jugo de guante (aunque no es un jugo que quisieras beber).
Las manos de los voluntarios se limpiaron con una sopa bacteriana o con carne de res cruda picada. Luego se lavaron las manos en agua a cierta temperatura antes de ponerse guantes de látex y se vertió una solución especial en estos.
Después de un minuto de masaje de manos a través del guante para asegurarse de que todas las bacterias entraban en el líquido, el jugo de los guantes se recogió con una pipeta, listo para ser probado en el laboratorio.
Los investigadores encontraron que si el agua era fría, caliente o tibia no hizo ninguna diferencia estadísticamente significativa en cuanto a la cantidad de bacterias que permanecían en las manos de la gente.
Pero no debemos olvidar los caprichos del comportamiento humano.
En estos experimentos el lavado de manos fue cuidadosamente programado, pero en la vida real si el agua está muy caliente o muy fría tendemos a no lavarnos las manos por mucho tiempo.
Sólo tocar con agua nuestras manos no es suficiente, y un poco de agua caliente agradable podría animarnos a detenernos un rato en el lavabo.

¿Es el líquido antibacteriano mejor que el jabón?

Se ha llevado a cabo mucha más investigación con respecto a esto.
Secadores de manosDerechos de autor de la imagenISTOCK
Image captionLos secadores de manos pueden ser lentos, aunque la tecnología está mejorando.
En 2007, una revisión de los mejores estudios llegó a la conclusión de que la sustancia más comúnmente encontrada en los líquidos antibacterianos,el triclosán, no reducía el número de bacterias que quedaban en las manos de las personas después de lavarse, ni era mejor que el jabón para prevenir los síntomas de una infección. Una revisión más reciente en 2015 llegó a las mismas conclusiones.
Mientras tanto, una combinación de estudios de laboratorio muestra que el triclosán podría aumentar el riesgo de resistencia antibacteriana y que afectar los niveles hormonales en animales, lo que ha llevado a una prohibición de la sustancia en los líquidos antibacterianos en Estados Unidos y en la Unión Europea.
Así que regresa al agua y jabón a cualquier temperatura que prefieras.

¿Necesitas secarte las manos después?

Cuando tienes prisa, es tentador dejar que tus manos se sequen solas.
Eso está bien si no tocas nada al salir del baño. Si lo haces, podrías recoger gérmenes, porque se trasladan a tus manos más fácilmente si están mojadas.
También se pierden los beneficios de secarse las manos, que en sí pueden reducir el nivel de cualquier resto de microbios que quede.
Una persona lavándose las manosDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionLa técnica correcta para lavarse las manos puede ser más especializada de lo que piensas.

¿Secador de aire o toalla de mano?

Hay mucho debate alrededor de esto.
La mayoría de las publicaciones están a favor de las toallas de papel usadas apenas una vez. Para empezar, puede ser más rápido que esperar que un secador de manos eléctrico tradicional complete el trabajo.
En un estudio de Nueva Zelanda (que, debe señalarse, fue financiado por el Servicio de Toallas de Nueva Zelanda), el promedio de espera para lograr que una secadora evaporara el exceso de humedad era de 45 segundos. La mayoría de nosotros no queremos demorar tanto tiempo.
Ahora, por supuesto, hay una nueva generación de secadores de chorro que trabajan más rápido.
Se ha demostrado que secan las manos con la misma rapidez y eficacia que las toallas de papel. Diez segundos con una toalla o un secador de chorro dejan las manos igualmente secas.
Pero los secadores de chorro han sido criticados, porque supuestamente son tan poderosos que podrían propagar gérmenes alrededor de la habitación.
Un estudio realizado en la Universidad de Westminster encontró que los secadores de mano más poderosos pueden propagar un virus hasta 1,5 metros a través de una habitación y un estudio posterior lo aumentó a tres metros.
Pero persisten las dudas. La mayoría de estos estudios han sido financiados por la industria de toallas. Por otra parte, los autores aclaran esto y la investigación se publica en revistas revisadas por sus homólogos.
El siguiente paso es que se realicen más investigaciones en baños públicos reales, en lugar de en el laboratorio.
Y nuestras preferencias deben tenerse en cuenta.
Para lograr una buena espuma y lavar las palmas y la parte posterior de las manos, así como entre los dedos, debajo de las uñas y las muñecas se necesitan al menos 15-30 segundos"
Cualquier método que aliente a las personas a secarse las manos, en lugar de dejarlas húmedas, es una mejoría. Hacer que los aseos sean más agradables podría marcar la diferencia.
Un estudio que observó a más de 3.000 personas en una ciudad universitaria en los EE.UU., encontró que si los baños estaban limpios y bien mantenidos, las personas eran más propensas a detenerse y lavarse las manos correctamente. Cuando los lavabos estaban sucios, sólo querían salir de allí.
Sea cual sea la forma en que elijas para lavarte y secarte las manos, el principal hallazgo de la investigación es hacerlo más tiempo del que piensas.
Para lograr una buena espuma y lavar las palmas y la parte posterior de las manos, así como entre los dedos, debajo de las uñas, y hasta las muñecas se necesitan al menos 15-30 segundos.