Cesáreo Silvestre.
En el transcurrir de la vida, hay circunstancias agradables
y enriquecedoras que anhelamos renovar,
en tanto que, otras no quisiéramos que retorne cuando se trata del dolor que ha
causado la desolación que implica la perdida física de uno de nuestros seres
queridos, y que la voluntad de Dios permite reposar en su presencia. En este
caso: la infausta noticia de la muerte de nuestra Sonia Silvestre, esa
luctuosa noticia nos ha causado dolor y una gran tristeza.

Di gloria a Dios cuando supe que ella aún vivía, pero luego regresó
la pena que nos ata. Fue doloroso para mí volver atrás, después de tener el delirio
de ver sus ojos claros de luna que nos alumbraba en su fija, muy atenta y dispuesta mirada.
Sonia fue un ser muy especial y de gran sensibilidad social
y humana. Aparte de artista, fue locutora y maestra.
En tiempos de la represión, durante el gobierno de los 12
años de Joaquín Balaguer, ella cantó a la libertad y se unió a las mejores
causas, también canto a la memoria de las hermanas Mirabal.
Mi padre, el Tío Juan y mi abuela me hablaban de ella, pero
nunca hubo el acercamiento necesario como familiares que éramos, pero siempre
la admire mucho, y valore mucho que ella proyectase nuestro digno apellido
SILVESTRE. Ella fue una mujer de convicciones, provista de innegables valores
humanos, morales y sociales. Era muy sensible y noble, de brillante sonrisa y
fija mirada.
Tenía previsto que ella asistiera a la puesta en circulación
de nuestro nuevo libro VERSOS LIBRES, el cual pondré a circular próximamente.
Mañana viajaré a la capital dominicana a estar presente en
los actos fúnebres, pero también, hare lo posible de fortalecer los lazos de familiaridad que
nos mantendrán ligado a sus hijos que, en lo adelante, me propongo tratar con
más frecuencia.
Me duele tener que acercarme ahora que ella ya no está.
Dios, ten misericordia y conforta la ansiedad que has quedado en mí, tras su
partida. Que Dios haya tenido misericordia de su noble alma.