La Habana (PL) Cuando era más pequeña mi padre llegaba del hospital para contarme lo que había hecho en el día, y cuando al terminar mis ojitos asombrados lo veían como el mejor ginecólogo del mundo, él siempre me decía que además de esa especialidad, también había tenido que ser psicólogo, sociólogo, terapeuta, padre, sacerdote y amigo.
Hasta hace pocos años cuando llegó mi madurez entendí a qué se refería cuando hablaba de otras facetas profesionales que un médico debe adoptar cuando conversa con un paciente.
Y es que a pesar de los tantos avances tecnológicos que ayudan a sanar un cuerpo enfermo, nada ofrece mayor seguridad que mirar a los ojos de la persona responsable de la vida y sentir confianza.
El desarrollo actual de la medicina pudiera definir como obsoleto el uso del método clínico, que agrupa al interrogatorio, el examen físico, la identificación de síntomas y signos, el planteamiento de síndromes y la observación rutinaria en la cabecera de un paciente.
Sin embargo, el método clínico representa un conjunto de normas para ordenar las sospechas que puede tener un especialista, a partir de ahí, es capaz de clasificar una enfermedad además de perfeccionar la práctica médica y mejorar la enseñanza y educación profesional, afirma el doctor José Manuel Fernández de la Clínica Cira García en Cuba.
Sin restarle importancia al uso de las tecnologías como una manera de comprobar las predicciones de los doctores, es necesario señalar que la misma está sujeta a errores y no es prudente otorgarle toda la confianza, ni por parte de los pacientes ni del personal médico, indicó Fernández, quien es especialista en segundo grado en Ginecología y Obstetricia.
EL DESCUIDO DEL MÉTODO CLÍNICO
Existe tendencia de un gran número de profesionales a depender de los exámenes de laboratorio, de imagenología y electrocardiogramas, algunos para incrementar sus ingresos y otros, están sujetos a la técnica y con el tiempo atrofian sus habilidades para interactuar con el paciente, agregó.
La idea no es criticar de manera destructiva algo que evidentemente beneficia al sector de la salud, sino repensar la manera en la que hacemos uso de esa tecnología de punta que se nos aparece como una herramienta imposible de ignorar, pero no por eso sustituye a la experiencia, la inteligencia o el conocimiento.
Comentarios como "él médico me indicó un tratamiento sin tocarme ni escucharme" son algo frecuentes en los tiempos actuales, y según el especialista representa todo lo opuesto al método clínico que desde la etapa estudiantil un médico debería conocer, expresó.
Un impreciso diagnóstico puede ocasionar desorganización en las historias clínicas y por ende el surgimiento de hipótesis que no tendrán posibilidad de comprobarse, resultando en pasos y medidas que no tendrán ningún sentido y que alejarán de la causa real del problema, además de gastos económicos innecesarios en exámenes complementarios.
Al desechar el examen clínico se obvian elementos de vital importancia para encontrar la causa, por ejemplo, de un dolor, principal motivo para acudir a una consulta, explica el especialista.
La localización del mismo, la irradiación, la duración, el horario, su relación con la ingestión de alimentos, otros síntomas que acompañan, posiciones en que se logra un alivio, entre otros, son detalles indispensables, aseveró.
UNA ALIANZA ENTRE TECNOLOGÍA Y CLÍNICA
El médico que utiliza la clínica tiene la ventaja de estudiar a la persona en su vida completa, tanto en lo biológico, lo psicológico como en lo social, de manera que puede identificar factores de riesgo para una enfermedad, agrega el doctor Fernández.
Las investigaciones complementarias permiten confirman unos diagnósticos y rechazar otros, detectar enfermedades ocultas allí donde la clínica no llega, asistir al médico en el tratamiento, o parte de él, brindan ayuda para establecer un pronóstico y tienen el valor de tranquilizar tanto al enfermo como al médico.
Por otra parte, el análisis clínico del caso es el inicio perfecto para conocer interioridades de las personas que pudieran detonar padecimientos importantes, además de crear un mapa que serviría de guía para la enseñanza y que puede ser útil en cualquier espacio geográfico del mundo desarrollado o subdesarrollado.
Un país como Cuba, con un proyecto de colaboración internacionalista en los lugares más alejados y pobres del planeta, que no cuentan con herramientas tecnológicas para el diagnóstico, necesita de profesionales que dominen el método clínico.
Hay que crear alianzas entre la superación profesional y la experiencia directa con el ambiente biopsicosocial del ser humano, concluyó Fernández.
LA AUTORA es estudiante de 5to año de Periodismo