Escenario de múltiples episodios de tensión en el largo contencioso entre La Habana y Washington, el imponente edificio de la Sección de Intereses de Estados Unidos en Cuba recupera el lunes el rango de embajada, máximo símbolo de los nuevos tiempos de reconciliación de dos antiguos enemigos, un hito que el canciller cubano, Bruno Rodríguez, marcará con una visita histórica a Washington y una reunión con su homólogo John Kerry.
Siete meses después de que los presidentes estadounidense, Barack Obama, y cubano, Raúl Castro, sorprendieran al mundo con el anuncio de un proceso de acercamiento bilateral, los dos gobiernos pondrán fin a décadas de hostilidad con la reapertura de las embajadas y la reanudación de las relaciones diplomáticas que rompieron en 1961.
Rodríguez asistirá a la reapertura de la embajada de Cuba, un edificio construido en 1917 a unos tres kilómetros de la Casa Blanca y que ahora acoge la Sección de Intereses cubana en Washington, una representación diplomática de bajo perfil que los dos países instalaron en las respectivas capitales en 1977.
Levantado sobre la emblemática avenida del Malecón habanero, mirando al vecino del norte, el edificio fue construido en 1953 para albergar la embajada estadounidense, en aquel momento la del mayor aliado de la isla, gobernada por Fulgencio Batista.
La bandera de EEUU fue retirada en enero de 1961, cuando su entonces presidente, Dwight D. Eisenhower, rompió relaciones diplomáticas con Cuba en respuesta a las expropiaciones del Gobierno revolucionario de Fidel Castro.
La visita de Rodríguez será la primera con carácter oficial que hace a Washington un ministro de Exteriores de Cuba desde 1959, según el Gobierno cubano.
La delegación que preside Rodríguez la forman 30 personas, incluidos exdiplomáticos y representantes de sectores como la cultura, la educación, la salud, la ciencia, las organizaciones de masas del país y el Consejo de Iglesias de Cuba; entre los que estarán el cantautor Silvio Rodríguez y el historiador Eusebio Leal.
La futura embajada en Cuba ha invitado a unos 500 estadounidenses, entre ellos legisladores y representantes del Gobierno de EEUU como la secretaria de Estado adjunta para Latinoamérica, Roberta Jacobson.
El componente histórico
En la ceremonia presidida por Rodríguez se izará la bandera cubana frente al edificio, se desvelará una placa que identificará a la mansión como la embajada de Cuba y el ministro pronunciará un breve discurso.
A primera hora de la tarde, Rodríguez se reunirá con el jefe de la diplomacia estadounidense, John Kerry, en el Departamento de Estado.
Será su segunda reunión oficial, después de la que se produjo en Panamá en vísperas de la Cumbre de las Américas en abril, que en ese momento marcó el encuentro de mayor nivel entre los Gobiernos de ambos países desde 1958.
El componente histórico en esta ocasión estará en la propia visita a Washington de Rodríguez, que nunca ha estado en la capital estadounidense, y en la conferencia de prensa que dará junto a Kerry después de la reunión, la primera conjunta de un secretario de Estado y un canciller cubano en más de medio siglo.
Mientras que la apertura de la embajada cubana en Washington se celebrará por todo lo alto, la misión estadounidense en La Habana cambiará de estatus sin grandes festejos, según adelantó el Departamento de Estado.
Estados Unidos aplazará la ceremonia hasta que Kerry visite La Habana, un viaje aún sin fecha fija que marcará la primera parada en Cuba de un secretario de Estado estadounidense desde 1945.
"No habrá ninguna bandera ondeando en la embajada estadounidense en La Habana hasta que el secretario de Estado acuda a oficiar la ceremonia. No hay ningún requisito legal para izar la bandera" el día de la apertura, dijo un alto funcionario estadounidense, que pidió el anonimato, en una conferencia de prensa el viernes.
Sin embargo, dijo la fuente de la cancillería, esa operación será realizada "fuera de las horas de oficina", es decir lejos de los ojos del público o de la prensa.
No obstante, a partir del lunes, la que hasta el domingo ha sido la Sección de Intereses estadounidense en Cuba comenzará a funcionar como embajada, lo que supondrá un cambio de rango en el personal que trabaja allí, según el Departamento de Estado.
Los actuales jefes de las secciones de intereses de Cuba, José Ramón Cabañas, y de EEUU, Jeffrey DeLaurentis, pasarán a ser encargados de negocios mientras ambos gobiernos nombran a sus respectivos embajadores.
Sus temas pendientes
Pese al restablecimiento de las relaciones diplomáticas, EEUU y Cuba tendrán aún temas pendientes en su proceso de normalización, que, según reconocen ambos lados, no podrá cerrarse hasta que se levante el embargo impuesto a la isla en 1962, algo que solo puede hacer el Congreso estadounidense.
Otros asuntos pendientes son los diálogos sobre derechos humanos, sobre telecomunicaciones y sobre tráfico de personas, además de las conversaciones pendientes sobre los reclamos de compensación económica de ambas partes y la solicitud de Washington de extraditar a algunos fugitivos buscados por la Justicia estadounidense.
La embajada de Cuba
Los tres pisos de mansión de estilo francés, erigidos en 1917 a unos tres kilómetros de la Casa Blanca, pasaron inadvertidos durante años para muchos transeúntes en la histórica calle 16. No había ni banderas ni sellos oficiales que relacionaran con la isla caribeña ese edificio flanqueado por otros inmuebles centenarios.
Solo los más curiosos reparaban en el cartel situado en la verja. Identificaba el edificio como la Sección de Intereses de Cuba y dejaba clara su dependencia de la embajada en Washington de Suiza, el país que ejerció como mediador entre los dos antiguos enemigos de la Guerra Fría durante años de ausencia de relaciones diplomáticas.
En las últimas semanas, la Sección de Intereses ha atraído más miradas: se engalanaba para convertirse en embajada.
Cuenta ahora con un camino de entrada recién pavimentado, una verja con pintura fresca, un nuevo jardín y un mástil instalado a mediados de junio. Es donde se iza la bandera cubana este lunes 20 de julio.
La embajada de EEUU
Comparada con el inmueble gris de siete pisos que se convertirá en embajada estadounidense en La Habana, la futura misión cubana es un edificio pequeño. Su elegante fachada, eso sí, le confiere el aire imponente de las grandes mansiones de Washington.
No fue hasta septiembre de 1977, tras la llegada a la Casa Blanca de Jimmy Carter, el único expresidente estadounidense que ha visitado la Cuba revolucionaria, que se abrió en la Sección de Intereses de EEUU en la isla, al amparo de la misión diplomática suiza.
Como jefe de la oficina se designó a Lyle Franklin Lane, relevado dos años después por Wayne Smith, diplomático que desde hace años se muestra a favor del restablecimiento de relaciones ahora en marcha.
Inicialmente la sección estadounidense, que desarrollaba fundamentalmente servicios consulares, contó con un total de diez funcionarios del Departamento de Estado, más un destacamento de marines para velar por su seguridad, aunque en la actualidad su personal ronda las 360 personas, entre estadounidenses y cubanos.
Más de una vez la instalación ha sido escenario de desencuentros, como el éxodo marítimo por el puerto cubano de Mariel que en 1980, con Carter aún en la presidencia, llevó en oleada a unos 25.000 cubanos a las costas de la Florida.
Pasados casi veinte años, en 1999, el caso del balserito cubano Elián González provocó un agrio contencioso entre La Habana y Washington, y en medio del enfrentamiento por su repatriación a la isla, el presidente cubano ordenó levantar una tribuna permanente en la explanada que queda justo enfrente a la Sección norteamericana.
A partir de ese momento, la denominada "Tribuna Antimperialista José Martí" fue el escenario de la batalla verbal y de una serie de manifestaciones para reclamar la devolución del niño cubano a su padre y tras su regreso en junio de 2000.
Seis años después, la Sección de Intereses comenzó a emitir noticias, artículos de la Declaración Universal de Derechos Humanos y mensajes políticos desde unos gigantescos paneles instalados en lo alto de la fachada de su sede y el episodio reavivó las acusaciones cubanas de que se promovían actividades subversivas contra la isla.
La respuesta del Gobierno cubano fue la creación de 138 gigantescos mástiles en los que se izaron banderas negras con una estrella blanca en el centro en homenaje a las víctimas cubanas del terrorismo, una por cada año de lucha contra el "imperio", desde 1868, según la explicación oficial.
Y aunque la Sección de Intereses estadounidense apagó la pantalla electrónica en 2009, el llamado "Monte de las banderas" ha permanecido en el lugar -aunque hace tiempo que no se izan banderas negras- junto a un gran "Patria o Muerte. Venceremos".
Desde este edificio rectangular acristalado de seis plantas y de estilo modernista, enclavado cerca del centro del barrio residencial El Vedado, se divisan otras zonas de la capital cubana, incluido el antiguo castillo de "El Morro", símbolo de la ciudad.
El diseño y construcción fue obra de los arquitectos de EEUU Max Abramovitz (1908-2004) y Wallace Harrison (1895-1981), a semejanza del Lincoln Center y la sede de la ONU en Nueva York.
En La Habana, la envergadura del edificio solo la supera la imponente construcción de la sede diplomática de Rusia, aunque no lo hace en cantidad de custodios, vigilancia policial y la multitud de personas que acuden a sus dependencias a diario.
Según datos de la oficina norteamericana, durante el año fiscal 2014, 37,149 cubanos recibieron visados para realizar visitas temporales a EEUU y a otros 20,552 se le otorgó la de inmigrante.
La afluencia de público ha estimulado incluso la iniciativa privada en sus alrededores, con pequeños negocios que ofrecen desde alojamiento a los que vienen de otras provincias hasta gastronomía y asesoramiento para cumplimentar la documentación requerida.
Temor de la deportación
Esta nueva era, por otro lado, ha provocado que decenas de miles de cubanos que viven en Estados Unidos y tienen órdenes de deportación pendientes temen ser repatriados a la isla mientras.
Nada menos que 25,000 cubanos en suelo norteamericano tienen órdenes de deportación, según la policía de Inmigración y Aduanas (ICE).
Estos incluyen a personas con condenas penales graves o que representan una amenaza para la seguridad nacional y por lo tanto son considerados prioritarios para deportación por parte de los agentes encargados de hacer cumplir las leyes de inmigración
Esos inmigrantes aún no han sido repatriados a Cuba porque el gobierno del presidente Raúl Castro no les ha dado permiso para regresar. No está claro si el gobierno cubano modificará su posición.
©Univision.com y Agencias