La vida en las grandes ciudades se caracteriza, entre otras cosas, por la falta de espacio. Los urbanitas viven en pisos en los que acumular objetos voluminosos resulta poco práctico y mucho menos si son de aquellos que se usan una vez cada seis meses. La amplia oferta en infinidad de servicios públicos e incluso la posibilidad de disponer de determinados objetos cuando realmente se necesitan está modificando la conducta de los consumidores. Además, resulta obvio que los ciudadanos prefieren gastar su dinero en varias y diversas experiencias antes que en un pequeño número de compras caras.
Diversas marcas se están percatando de que las tendencias de consumo están cambiando. Los consumidores encuentran muchas más ventajas en el hecho de tener acceso a ciertos servicios y bienes de consumo antes que a poseerlos. Los atractivos son varios:
- La posesión tradicional implica un cierto nivel de responsabilidad, coste y compromiso, cuando los consumidores buscan vivir experiencias y no tanto la posesión en sí misma de los objetos.- La propiedad compartida y el alquiler ofrecen la posibilidad de disfrutar siempre de lo más nuevo y actual, de maximizar el número y la variedad de las experiencias a la vez que permiten al consumidor tener acceso a lujos que de otra forma serían inalcanzables.
- Poseer y almacenar objetos voluminosos resulta caro y poco práctico, especialmente desde el punto de vista de la vida en la ciudad, donde el espacio es limitado. Especialmente ahora, con los grandes avances tecnológicos, resulta mucho más cómodo contratar aquello que quieres donde lo quieres y por el período de tiempo que lo necesitas.
Todo esto en conjunción con la actual crisis, ha hecho que compartir y alquilar se estén convirtiendo en actividades mucho más populares que comprar. Los mercados no se mantienen ajenos a este fenómeno y se espera ver un creciente número de marcas entrando en acción para aprovechar este cambio en los hábitos de consumo.