Un misterioso humo con olor acre proveniente del consulado ruso en San Francisco, Estados Unidos, destapó este viernes las llamadas a los servicios de emergencia y el humor en las redes sociales.
En la tarde, en el último día de funcionamiento de la legación consular y previo a una inspección del FBI, la humareda negra generó preocupación entre los residentes del área.
Según informó el Departamento de Bomberos (FD) de la ciudad, tras las llamadas a los servicios de emergencia, se desplazaron hasta allí grupos de rescate, pero los agentes de seguridad rusos no les permitieron entrar al lugar.
La portavoz del FD, Mindy Talmadge, aseguró a la prensa que no se trató de un fuego accidental, sino que, al parecer, los oficiales rusos quemaban "objetos no identificados".
La humareda se convirtió en tema de conversación en las redes sociales, donde los usuarios bromearon sobre los supuestos motivos que la provocaron.
"Tenían tanto para quemar que seguramente tuvieron que apagar sus alarmas contra incendios", comentó un usuario de Twitter, mientras otro escribió: "Mejor quemar que compartir".
Las referencias a la supuesta relación de Rusia con la campaña del presidente Donald Trump tampoco quedaron fuera.
"Deben estar quemando un gran paquete de cartas de amor de Trump a Vladimir", tuiteó otra persona.
Un día antes del cierre
La humareda tuvo lugar un día después de que Estados Unidos ordenara el cierre del consulado de Rusia en San Francisco y de otras dos oficinas diplomáticas del Kremlin en Washington y Nueva York.
Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGESImage captionA los bomberos no le fue permitido entrar al consulado.
La medida fue adoptada por el Departamento de Estado (DE) como respuesta a la decisión de Moscú de expulsar a 755 empleados de las representaciones diplomáticas estadounidenses en suelo ruso a partir de este 1 de septiembre.
El Ministerio de Exteriores Ruso anunció este viernes que Estados Unidos le comunicó que el FBI realizaría una inspección al consulado de San Francisco, luego de su cierre oficial.
A finales de julio, el Congreso estadounidense aprobó un paquete de sanciones contra el Kremlin por la anexión de Crimea en 2014 y la supuesta interferencia rusa en las elecciones presidenciales de 2016.
Ya en diciembre de 2016, el entonces presidente Barack Obama ordenó la expulsión de 35 diplomáticos rusos y la confiscación de dos propiedades desde las que, supuestamente, se habrían realizado labores de espionaje vinculados a los comicios.
Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGESImage captionTrump y Putin se reunieron en la pasada cumbre del G20 en Alemania.
Tras las nuevas medidas, el canciller ruso, Sergei Lavrov, aseguró este viernes que su país "responderá duramente" a Estados Unidos y criticó las sanciones por considerar que "se tomaron con el propósito de socavar las relaciones ruso-estadounidenses e impedir que Trump hiciera propuestas constructivas durante su presidencia"
En su opinión, las medidas buscan "hacerle lo más difícil posible cumplir sus promesas electorales de normalizar las relaciones con Rusia".
Vínculos con Rusia
La escalada en las tensiones diplomáticas entre los dos países tiene lugar en un momento en el que el Senado de Estados Unidos investiga la supuesta vinculación de la campaña de Trump con el Kremlin.
Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGESImage captionEl Comité de Inteligencia del Senado investiga la intervención rusa en las elecciones de 2016.
Hasta la fecha, los contactos con Rusia le costaron el puesto a dos importantes asesores de Trump: su jefe de campaña, Paul Manafort, quien tuvo que renunciar en agosto de 2016, y su primer asesor de seguridad nacional, Michael Flynn, quien hizo lo mismo en febrero.
En julio pasado, el yerno del presidente Jared Krushner compareció ante el comité del Senado que investiga la intervención rusa en las elecciones, que también cito el hijo del presidente, Donald Trump Jr. y al propio Manafort.
Me encontraba en el sur de Suiza, saboreando una versión regional de risotto hecho con un vino merlot local, rodeado de vibrantes montañas verdes, en un pueblo de siglos de antigüedad, cuando uno de los dos comensales suizos con los que me encontraba me comentó algo que casi me quita el apetito: Suiza, baluarte mundial de neutralidad y la paz, comenzó como un país de mercenarios.
Ciertas cosas que había visto en mi viaje comenzaron a cobrar un nuevo sentido.
El día anterior, había visitado los famosos castillos de la vecina Bellinzona, que representaba en gran medida las luchas de la tierra medieval entre los milaneses, los franceses y la joven confederación suiza.
Estas ciudadelas de piedra, Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, son un recordatorio de una larga historia de tribus, cantones y países que trataron de controlar Ticino, ciudad donde se habla italiano (razón por la cual estaba comiendo risotto).
Ticino era estratégicamente importante por su paso a los Alpes.
Los suizos tienen un largo historial militar. Que, definitivamente, no es neutral.
Aunque irónicamente, es la actual política antiguerra moderna lo que hace que los viajeros puedan ser testigos de esa historia de mercenarios.
Ciudades intactas
"Los efectos de la neutralidad están en todas partes", comenta Clive Church, profesor emérito de Estudios Europeos en la Universidad de Kent en Inglaterra y autor de varios libros sobre historia y política de Suiza.
Derechos de autor de la imagenBILLIE COHENImage captionTicino y el pasaje a los Alpes fueron estratégicamente importantes para la historia militar de Suiza.
"Dime", añade. "¿Dónde hay daños por bombas en Suiza?
La respuesta: en ninguna parte.
"Puedes ir a cualquier ciudad suiza y ver cómo ha crecido de forma orgánica porque nunca ha sufrido una invasión. Visualmente te beneficias de esa neutralidad porque todo su pasado está ahí".
Un paseo por estas ciudades propias de cuentos de hadas es suficiente para darse cuenta cuán acertado es Church.
Toda Berna, la capital suiza, es Patrimonio Mundial de la Humanidad por sus históricas galerías, edificios y fuentes de piedra arenisca y por su famoso reloj construido en 1530.
La neutralidad suiza siempre ha estado armada. Un día alguien podría invadir, por lo tanto tienes que tener un ejército para que puedas defender tu país"
Clive Church, académico
Al otro lado del país, Chur, la ciudad más antigua de Suiza, ha podido conservar sus ruinas romanas, mientras que en Bellinzona se puede caminar entre los tres castillos medievales o explorar las históricas aldeas de piedras.
Pero lo cierto es que en la época medieval los suizos eran muy buenos ganando guerras.
"Básicamente (el servicio mercenario) se debía a razones económicas", señala Laurent Goetschel, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Basilea y director del instituto de investigación Swisspeace.
"(La antigua confederación suiza) era muy pobre, no tenía infraestructura para la agricultura a gran escala y no tenía acceso a recursos coloniales ni salida al mar, así que la actividad mercenaria era sencillamente una fuente de ingresos".
Y los suizos eran unos ganadores confiables, por lo que esta actividad se mantuvo durante mucho tiempo como una buena fuente de recursos.
Hasta que perdieron.
Alcanzados por la tecnología
La hora les llegó en la batalla de Marignano en 1515, cuando los franceses y los venecianos llegaron con artillería y caballería blindada, mientras que los suizos trajeron picas y lanzas.
Lamentablemente, la tecnología los había superado.
"Después de esa derrota, se dieron cuenta de que, a su manera, eran buenos soldados, pero sus alabardas no lo eran tanto contra la artillería", dijo Church.
Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGESImage captionLa política antibélica de Suiza ha permitido preservar sitios históricos como los de Chur, la ciudad más antigua del país.
"Y fue así como dejaron de involucrarse en los conflictos políticos más importantes de Europa", agrega el experto.
En cambio, prestaron sus servicios casi exclusivamente a Francia, lo que les ahorró el inconveniente de encontrarse con frecuencia en dos lados de una misma batalla.
"No era algo que ocurría todo el tiempo, pero cuando sucedía era extraordinariamente preocupante, lo que alentó a los movimientos por la neutralidad", agrega el experto.
Elegante solución
Durante este tiempo fue claro que los suizos habían peleado demasiadas batallas a favor de demasiadas partes como para tomar partido de forma segura, especialmente cuando todas las grandes potencias se querían quedar con Suiza debido a su estratégica ubicación como guardianes de los Alpes.
Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGESImage captionLa capital suiza de Berna está salpicada de arcadas históricas, edificios de arenisca y fuentes.
Así que cuando el congreso de Viena se reunió en 1814-1815 para resolver la paz en Europa tras la guerra de la Revolución francesa (durante la cual los suizos fueron contratados como guardaespaldas de la monarquía francesa, incluyendo de su último rey Luis XVI) y las guerra napoleónicas (durante las cuales los franceses invadieron Suiza y terminaron con la antigua confederación), los Suizos impulsaron una elegante solución "ganar-ganar" para todo el continente: déjennos ser neutrales.
Esta validación fue clave.
Tal y como Goetschel señala, "la neutralidad sólo tiene sentido si las otras potencias la reconocen".
Desde entonces, Suiza ha sido el estado no partidista que todos conocemos ahora.
Así que cuando vayas a Ginebra, detente en la estatua de Charles Pictet de Rochemont para agradecerle por haber escrito la declaración de neutralidad que fue ratificada por el Congreso de Viena.
Y ya que estás ahí, dedícale una tarde al museo de la Cruz Roja, donde empezarás a entender el siguiente gran paso en la neutralidad suiza: su compromiso para la ayuda humanitaria.
Credibilidad puesta a prueba
Empezó en la década de 1860, cuando Henry Dunant, un negociante de Ginebra, hizo un viaje de negocios a Italia.
Derechos de autor de la imagenALAMYImage captionEl museo de la Cruz Roja en Ginebra documenta el compromiso de Suiza con la ayuda humanitaria.
Su intención era solucionar los problemas que había en la ruta comercial, pero cuando vio cuán horrible trataban a los soldados heridos en los sangrientos campos de batalla de Napoleón III, cambió de idea y creó la Cruz Roja.
En esa época las cosas iban bien para Suiza.
La creación de la Cruz Roja aumentó su credibilidad, condujo a la primera de las Convenciones de Ginebra en 1864, le ganó el primer Premio Nobel de la Paz -que se otorgó en 1901- y dotó al país con lo que Church describe como "una especie de poder blando" en Europa.
Pero llegaron la guerras mundiales y la reputación de este país fue puesta a prueba, especialmente durante la Segunda Guerra Mundial, cuando Suiza compró el oro judío a la Alemania nazi y se negó a ofrecer refugio a los judíos.
"Desde el punto de visto suizo, la neutralidad fue un éxito en cuanto a que Suiza no se involucró en ninguna contienda", señala Goestchel.
"Pero ha habido muchos debates sobre si Suiza fue realmente neutral, especialmente durante la Segunda Guerra Mundial, aunque no se involucrara en actividades bélicas".
Ejército para qué
Esta pequeña división lleva a una de las cosas más confusas sobre Suiza para los forasteros: su ejército.
Si es tan neutral, ¿por qué necesita de un ejército?
"La neutralidad suiza siempre ha estado armada", aclara Church. "Un día alguien podría invadir, por lo tanto tienes que tener un ejército para que puedas defender tu país".
Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGESImage captionPara conocer más sobre la política en Suiza, los visitantes pueden acudir al Parlamento en Berna.
Esta misma lógica los llevó a construir una extensa red de refugios y hospitales subterráneos durante la Segunda Guerra Mundial, algunos de los cuales están abiertos al turismo hoy en día, incluyendo los de Vitsnau, Vallorbe y Sasso San Gottardo.
Y en cuanto a las actuales Fuerzas Armadas Suizas, es posible que te topes con ellas por todo el país.
Pero no tienes que depender de la suerte para observar los muchos fascinantes resultados de la moderna neutralidad suiza.
Cualquier persona puede recorrer el Parlamento en Berna; el Centro Internacional de Investigación CERN, una mitad del cual está en Suiza y la otra en Francia (una prueba de cómo la política ha conducido a los avances en la ciencia); y las oficinas de Naciones Unidas en Ginebra (aunque curiosamente Suiza sólo se convirtió en miembro de la ONU en 2002).
Pero también puedes sencillamente mantener tus sentidos abiertos cuando viajes a este país en busca de esos giros únicos de las culturas suizas, sus idiomas y comidas de un país que durante siglos se ha encontrado entre la paz y la guerra.
Con esas palabras definió el exsecretario de Estado de Estados Unidos, Dean Rusk, los objetivos de los bombarderos de su país sobre Corea del Norte durante la Guerra de Corea (1950-1953).
Los estrategas del Pentágono bautizaron la misión como Operación Estrangular (Operation Strangle, en inglés).
Fueron, según la mayoría de los historiadores, tres años de incesantes e indiscriminados ataques aéreos que arrasaron ciudades y aldeas en la república comunista, y causaron decenas de miles de muertos entre la población civil.
Según le cuenta a BBC Mundo James Person, experto en política e historia coreanas del Centro Wilson de Washington, esta es una página de la historia de su país no muy divulgada entre los estadounidenses:
"Como se produjo entre la Segunda Guerra Mundial y la tragedia de Vietnam, la mayoría del público estadounidense no conoce mucho de la Guerra de Corea".
En Corea del Norte, sin embargo, no la olvidaron nunca. Su recuerdo sigue siendo una de las razones de la animadversión que impera en el país hacia Estados Unidos y el mundo capitalista.
Desde entonces, Pyongyang vio siempre a EE.UU. como una amenaza, y la rivalidad entre ambos es causa de la tensión, ahora en auge, en la región.
Pero, ¿en qué consistió aquel capítulo del conflicto todavía no resuelto en la península asiática?
Derechos de autor de la imagenKEYSTONE/GETTYImage captionSolo la intervención china pudo frenar el avance de las tropas de Estados Unidos y la ONU.
Era 1950 y las tropas estadounidenses, secundadas por una coalición internacional, combatían para rechazar la invasión de Corea del Sur por parte del Ejército del Norte.
Kim il-sung, abuelo del actual líder en Pyongyang, había lanzado a sus tropas contra el sur tras la feroz represión de los simpatizantes comunistas por el régimen militar asentado en Seúl por Syngman Rhee.
Apoyado por Stalin en Moscú, Kim Il-sung libró contra sus vecinos meridionales y Estados Unidos el primer gran conflicto de la Guerra Fría.
En una primera fase de las hostilidades, el enorme poder aéreo estadounidense se había limitado a objetivos estratégicos, como bases militares y centros industriales, pero un factor inesperado lo cambió todo.
Pocos meses después del estallido de la guerra, China, temerosa del avance estadounidense hacia sus fronteras, había decidido implicarse para defender a su aliada Corea del Norte.
Los soldados estadounidenses empezaron a sufrir cada vez más bajas a causa de los ataques envolventes de las fuerzas armadas chinas, peor equipadas, pero mucho más numerosas.
El profesor Person explica que "para el mando estadounidense era vital interrumpir los suministros chinos y soviéticos que permitían a Corea del Norte mantener su esfuerzo bélico".
Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGESImage captionEl general MacArthur fue el impulsor de la política de tierra quemada aplicada por los Estados Unidos.
Fue entonces cuando el general Douglas MacArthur, héroe de la Segunda Guerra Mundial en el Pacífico, decidió empezar con su "política de tierra quemada".
Ofensiva aérea total
Aquello supuso el inicio de la guerra aérea total contra el Norte.
Desde ese momento, todas sus ciudades y aldeas comenzaron a recibir la visita diaria de los bombarderos B-29 y B-52 de EE.UU. y su mortífera carga de napalm.
Aunque MacArthur cayó en desgracia poco después, el castigo no cesó.
Según describió Taewoo Kim, profesor de Humanidades en la Universidad Nacional de Seúl, todas las ciudades y aldeas del Norte fueron reducidas a escombros.
El general Curtis LeMay, jefe del Comando Aéreo Estratégico durante la contienda, declaró mucho después: "Aniquilamos alrededor de un 20% de la población".
Cálculos como este son los que llevaron al periodista y escritor Blaine Harden, que publicó varias obras sobre Corea del Norte, a calificar como "crimen de guerra" la acción militar estadounidense.
James Person no lo ve así: "Aquello fue una guerra total en la que todas las partes cometieron atrocidades".
Las estimaciones de investigadores como Kim hablan de que en los tres años de guerra, cayeron 635.000 toneladas de bombas en Corea del Norte. De acuerdo con las cifras oficiales de Pyongyang, 5.000 escuelas, 1.000 hospitales y 600.000 hogares fueron destruidos.
Un documento soviético emitido al poco de firmarse el armisticio en 1953 cifró en 282.000 los civiles que perecieron solo en las incursiones de los bombarderos.
Derechos de autor de la imagenAFP/GETTYImage captionLos bombardeos provocaron la huida de miles de civiles de sus casas.
Resulta imposible confirmar la exactitud de las cifras, pero nadie niega la magnitud de la devastación.
Una comisión internacional que recorrió la capital norcoreana tras la contienda certificó que no había quedado un solo edificio no afectado por los bombardeos.
Como les había ocurrido a los habitantes de ciudades alemanas como Dresde en la ofensiva final de los aliados contra el III Reich, los norcoreanos vieron sus calles y hogares devorados por las llamas, hasta el punto de que la mayoría de ellos tuvo que instalarse en diminutos refugios subterráneos improvisados para salvar la vida.
Eran poco más que agujeros.
Miedo nuclear
Mientras el mundo entero miraba a la península coreana temiendo que EE.UU. y la URSS terminarán enzarzándose en una guerra nuclear abierta, el ministro de Exteriores de Pyongyang, Pak Hen En, denunciaba ante Naciones Unidas "el bestial exterminio de civiles pacíficos por los imperialistas estadounidenses".
El relato del ministro contaba que, para asegurarse de que Pyongyang viviera cercada por los incendios, "los bárbaros transatlánticos" la bombardeaban con artefactos de acción retardada que iban alternando su detonación, "haciendo totalmente imposible para la gente salir de sus casas".
Infraestructuras esenciales como las presas, plantas eléctricas o ferrocarriles fueron también sistemáticamente atacadas.
Taewoo Kim señaló que "en todo el país se hizo imposible llevar una vida normal en la superficie".
Así que las autoridades ordenaron una movilización general y se construyeron mercados, campamentos militares y otras instalaciones bajo tierra para que el país pudiera funcionar.
Corea del Norte se convirtió en una nación subterránea y en permanente alerta antiaérea.
Derechos de autor de la imagenKEYSTONE/GETTYImage captionLos bombardeos sobre Pyongyang redujeron la ciudad a escombros y causaron miles de víctimas mortales.
Según Person, "toda la ciudad de Pyongyang se trasladó al subsuelo y eso tuvo un tremendo impacto psicológico en los habitantes".
Este experto explica que ese miedo pervive hasta nuestros días y a él se debe que todavía muchos de los almacenes y dependencias críticas sigan albergados en sótanos a gran profundidad.
Durante la noche, los norcoreanos reclutados por el Estado en el marco de la movilización nacional se lanzaban a un trabajo frenético para reparar las vías de comunicaciones y plantas energéticas destrozadas durante el día por los bombardeos.
Poblaciones enteras que permanecían enterradas al caer el sol para acometer penosas tareas. El fruto de su trabajo causaba tanta sorpresa como frustración en el mando estadounidense, que veía como objetivos que sus aparatos habían destruido estaban en poco tiempo operativos de nuevo por el empeño nocturno de batallones de obreros norcoreanos.
Estabilizado el frente terrestre por la incapacidad de ninguno de los dos bandos para imponerse, la campaña aérea se convirtió en una lucha de desgaste en la que los civiles norcoreanos se llevaron la peor parte.
Finalmente, en 1953, tras largas negociaciones, se firmó el armisticio que puso fin a los combates. El presidente estadounidense, Harry S. Truman, siempre quiso evitar una escalada del conflicto que pudiera derivar en un choque directo con la URSS.
Su sucesor en la Casa Blanca, Dwight D. Eisenhower, también comprendió pronto que su país no podría mantener indefinidamente el esfuerzo bélico en la península y la muerte de José Stalin en el mes de marzo alteró el clima político en Moscú, lo que facilitó el ansiado cese de las hostilidades.
La historiadora Kathryn Weathersby, de la Universidad de Corea de Seúl, explica que "sabemos por los archivos soviéticos que Stalin insistía en que las dos Coreas y China continuaran la lucha para que las fuerzas estadounidenses siguieran enfangadas en Corea por al menos dos o tres años y así los países del bloque comunista en Europa del este pudieran rearmarse sin temor a una intervención".
Sin él, el armisticio fue más fácil.
La huella de los bombardeos de Estados Unidos sobre Corea del Norte
635.000
toneladas de explosivos
32.557 toneladas de napalm
282.000 muertos
12-15% de la población civil norcoreana murió en los bombardeos
Getty
El acuerdo de paz definitivo y la reunificación de las dos coreas siguen pendientes, pero aquello cimentó el mito fundacional al que se sigue aferrando la retórica oficial norcoreana.
Los medios de comunicación del régimen norcoreano recuerdan una y otra vez a sus nacionales el enorme dolor infligido por los aviones extranjeros. Tanto Kim Il-Sung como sus sucesores Kim Jong-Il y Kim Jong-un se presentaron como artífices de la heroica resistencia que finalmente libró a la nación de sucumbir a la "agresión" extranjera.
Derechos de autor de la imagenALAMYImage captionLa propaganda oficial presenta al abuelo de Kim Jong-un, Kim Il-sung, como el artífice de la resistencia norcoreana frente al imperialismo.
Se trata, en palabras de Person, de "reforzar esa narrativa en la que Corea del Norte fue la gran defensa y su capacidad de disuasión mantiene a los americanos lejos".
De alguna manera, el legado de la guerra actúa como gasolina ideológica para el régimen de los Kim.
También es una de las razones que explican su insistencia en desarrollar un arsenal nuclear disuasorio pese a las reiteradas condenas internacionales.
"Eligieron utilizar la historia para justificar la opresión de su gente y la miseria", zanja Person.
De acuerdo con los expertos, en su afán propagandístico, las autoridades de Pyongyang no dudan en deformar un pasado ya lo bastante brutal.
Derechos de autor de la imagenAFP/GETTYImage captionEl bando estadounidense también recurrió a la propaganda para justificar su papel en la contienda.
Weathersby dice que "los museos norcoreanos que recuerdan la guerra rebajan la importancia de los bombardeos, quizá porque subrayar la superioridad tecnológica estadounidense haría aflorar preguntas incómodas".
En su lugar, según explica esta investigadora, "muestran una narrativa de matanzas gratuitas supuestamente perpetradas por tropas terrestres estadounidenses".
Image captionPresencia militar de Estados Unidos alrededor de Corea del Norte.
Para Weathersby, el hecho de que la partición de la península no se haya resuelto nunca definitivamente y el potente operativo militar que el Pentágono mantiene en Corea del Sur y Japón explican que Corea del Norte siga todavía bajo una especie de estado de excepción permanente.
También que, como señaló en un reciente artículo en la BBC el analista Justin Bronk, los pertrechos y munición que el ejército norcoreano guarda junto a su frontera sur para hacer frente a una hipotética invasión se conserven en silos bajo tierra.
La guerra y el fuego que llovía del cielo hicieron de Corea del Norte un estado-búnker. Más de 70 años después, no ha cambiado.