Todo lo puedo en Cristo que me fortalece (Filipenses 4:13

Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. -Filipenses 4:13

Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente: no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios será contigo en donde quiera que fueres. Josué 1:9

Periodista Cesáreo Silvestre Peguero, editor de este portal Web.

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domingo, 9 de enero de 2022

Apresan “in fraganti” padre flageló espalda a su hijo de once años con cable freno de bicicleta Por Miguel Ponse


Apresaron a un padre, que flageló la espalda de su hijo de once años, utilizando como látigo un cable de freno de bicicleta.

Montecristi.- Miembros preventivos y de investigaciones de la Policía Nacional apresaron a un padre, que flageló la espalda de su hijo de once años, utilizando como látigo un cable de freno de bicicleta, en un hecho ocurrido la tarde de este sábado, en el sector Las Flores, del municipio de Villa Vázquez, de esta localidad.

El agresor del menor, apresado en flagrante delito, fue identificado

como Claudio Ángel González Nuñez, apodado “CLAUDIO SPORT”, de 39 años, quien produjo heridas contusas en la espalda a su vástago, que se encuentra en pronóstico reservado en el hospital municipal de Villa Vásquez.

Se ignora hasta el momento los motivos que impulsaron al progenitor del niño a castigarlo de manera que lo hizo, no obstante, el caso fue enviado ante la jurisdicción del Ministerio Público del distrito judicial de Montecristi, para los fines legales correspondientes.


Ana Simó se pone a disposición de menor maltratado por padre que le flageló espalda con cable freno de bicicleta

Ana Simó

Santo Domingo.- La psicóloga, terapeuta sexual y Directora del Centro Vida y Familia, doctora Ana Simó,  se dispuso  ayudar y brindar  sus servicios junto al equipo  del Centro Infantil y Juvenil  a la familia del menor de 11 años, quien resultó con heridas contusas en la espalda, tras su padre propinarle latigazos  con un cable freno de bicicleta.

La especialista ofreció la disposición de sus servicios a través de las redes sociales, en un post publicado  por el periódico elCaribe tras hacerse viral imágenes del adolescente herido.

Les recomendamios leer:

Apresan “in fraganti” padre flageló espalda a su hijo de once años con cable freno de bicicleta

“Pongo a disposición de la familia los servicios de mi equipo Infantil juvenil para tratar al adolescente” sostuvo la Dra. Simó en un comentario.

El hecho ocurrió la tarde de este sábado, en el sector Las Flores, del municipio de Villa Vásquez, Provincia Montecristi.

El agresor del menor fue apresado en flagrante delito e identificado como Claudio Ángel González Nuñez, apodado “CLAUDIO SPORT”, de 39 años, quien produjo heridas contusas en la espalda a su vástago, que se encuentra en pronóstico reservado en el hospital municipal de Villa Vásquez.

Se ignora hasta el momento los motivos que impulsaron al progenitor del niño a castigarlo de manera que lo hizo, no obstante, el caso fue enviado ante la jurisdicción del Ministerio Público del distrito judicial de Montecristi, para los fines legales correspondientes.

Diputada rrealza labor periodística de Cesáreo Silvestre en SPM.

Por Manuel Antonio Ozoria
manuel_ozoria@hotmail.com

San Pedro de Macorís.- La Diputada por el Partido Revolucionario Moderno (PRM); Carolina Paula (La Prima)
 reconoció al periodista y escritor Cesáreo Silvestre, otorgándole
 una placa de reconocimiento como motivación por sus trabajos  de investigación periodística en esta ciudad.

El conocido comunicador petromacorisano recibió el homenaje en una transmisión   que tuvo lugar en la Emisora Stereo 98.
Se trata de una agenda de reconocimientos a personalidades destacadas de la provincia de San Pedro de Macorís; por parte de esa diputada.
La placa fue entregada por su esposo Héctor Luis Feble (EL PRIMO), presidente del PRM.

La capacidad de los medios de comunicación para inocular marcos mentales. MANUEL LEVIN

poder mediático y los obreros de enfrente.

En estos días que llevo pasando muchas mañanas en casa, después de seis años frenéticos, me he aficionado a dos actividades contemplativas. La primera es volver a ver las tertulias matinales, terapia que compite de tú a tú con las mejores técnicas orientales de control de la ira.

La segunda es escuchar las conversaciones con voz diafragmática que tienen entre ellos los albañiles que están reformando el edificio de enfrente del piso en el que vivo. Desde mi salón tengo en primer plano, en la tele, a los tertulianos, y en segundo plano, tras la ventana, a la cuadrilla de trabajadores. Produce una gran desazón, a la vez que un paradójico placer sensorial por la consonancia, comprobar hasta qué punto la escaleta de temas y opiniones que se lanza desde los platós de Atresmedia y Mediaset es reproducida sin alterar ni una coma por este focus group de miembros canónicos de la clase obrera, con una simultaneidad espeluznante. A veces pareciera que el mismísimo Ferreras fuese a aparecer en ese ático para dar paso a publicidad. Continuidad de los parques.

Hay dos albañiles que son los que más a menudo protagonizan las discusiones. La última, sobre el escaño arrebatado por el Estado profundo a Alberto Rodríguez. Uno es joven, republicano de izquierdas y lleva pendientes y pintas. El otro es un señor conservador con el pelo blanco al que Escrivá querría hacer trabajar diez añitos más. La mayoría de las veces es el primero, pese a su gran capacidad oratoria, el que acaba acorralado dialécticamente y forzado a conceder todo, agotado tras pelear contra una sucesión demoledora de todos los greatest hits discursivos de las reinas de la mañana.

El nuevo narcisista es quien se cree un ciudadano librepensador y niega la influencia de la acción del poder mediático en su propio pensamiento y conducta política

Suele decirse, y con buena intención, aquello de que una cosa es la opinión pública y otra distinta es la opinión publicada. Es mentira. Salvo en momentos muy puntuales de quiebra, momentos revolucionarios, la opinión pública mayoritaria básicamente coincide con la opinión publicada. O, como mínimo, se le acaba pareciendo bastante. Y no porque la prensa recoja la opinión de la calle, sino porque esta última se genera fundamentalmente a partir de materiales mediáticos.

La capacidad de los medios de comunicación de masas, y en particular de la televisión, para inocular marcos mentales, producir estados de ánimo colectivos y generar voluntades políticas en la población es arrolladora.

En todos nosotros y nosotras. En tiempos de guerra, el poder disciplina con el fusil, en tiempos de paz el poder disciplina con la televisión. El nuevo narcisista es quien se cree un ciudadano librepensador y niega la influencia de la acción del poder mediático, principal centro de producción de ideología, en su propio pensamiento y conducta política.

Es cierto que las redes sociales, un espacio de comunicación más horizontal y democrático, han comido terreno en los últimos años a los medios convencionales, pero basta echar un vistazo a los TT de tuiter para comprobar la permeabilidad de los acontecimientos televisivos y de los líderes de opinión crecidos al calor de los platós en la propia conversación en redes. También es cierto que la televisión es un dispositivo que, como todos los dispositivos tecnológicos, seguramente tiende a la obsolescencia y está destinado a perder importancia paulatinamente; pero no lo es menos que hoy, en un contexto de atomización y disolución del tejido social generado tras décadas de neoliberalismo y llevado a su clímax por la reducción al mínimo de los espacios de socialización física a causa de la pandemia, la eficacia de los mensajes mediáticos es mayor que nunca. Los estímulos que una persona recibe en una manifestación, en una asamblea estudiantil, en un centro social, en una fiesta popular o en su lugar de trabajo pueden –podían– competir e imponerse, en muchas ocasiones, a las flechas verticales del poder mediático y acabar situando al individuo en un lugar diferente al de las corrientes de opinión oficiales. Cuando todos esos espacios se estrechan y las personas pasan más tiempo que nunca solas en su casa con una pantalla delante (en 2020 se batió el récord histórico de consumo televisivo), quedan completamente a merced de los dueños de los medios de difusión masiva. Quizá en ningún momento de la historia el poder de los mensajes que lanzan las grandes empresas de comunicación haya sido mayor que ahora.

Constatar en un texto, en 2021, la capacidad performativa del poder mediático no es algo muy novedoso. Pero yo lo suelo echar de menos en los análisis políticos que hace la izquierda. Al menos en un lugar relevante. Sí es frecuente ver a la derecha señalar, por ejemplo, a la escuela y a la televisión (la escuela después de la escuela) en Cataluña como elementos explicativos de que la sociedad catalana se haya vuelto mayoritariamente independentista en cuestión de diez años. Y tiene mucha razón. Con ello, demuestra ser más materialista en su análisis de la realidad que una izquierda con una cultura más dada a pensar de forma autorreferencial y a buscar en su propio ombligo las causas de sus derrotas (“nos han dado una paliza, algo habremos hecho para merecerlo”), y que incluso tiende a calificar de excusas que alguien ponga el acento en el peso de los elementos estructurales que determinan el desarrollo de un proceso histórico, como es quién controla y qué dice la televisión. Ninguna reflexión honesta sobre lo sucedido en España en estos años (el fenómeno Podemos, su evolución política y el acoso y derribo a sus máximas figuras; el procés catalán; el auge y caída de Ciudadanos; el empuje de Vox y la fascistización galopante de la sociedad española…) puede hacerse sin enfocar una parte central de la misma en la acción del poder mediático. Realmente, ningún fenómeno social o político y ningún comportamiento electoral que haya sucedido desde el momento en que todo ser humano tiene una pantalla en su casa desde la que es impactado permanentemente por la ideología dominante puede analizarse sin considerar de forma primordial ese elemento.

Los cambios políticos en España siempre han tenido un correlato en el sistema mediático. Se ha escrito mucho sobre la relación entre la creación de los distintos canales de televisión privados y los mandatos de cada presidente del Gobierno.

El último fue Zapatero, que promovió la creación de La Sexta (que, a la postre, ha acabado también bajo control de la derecha, tras fusionarse con Antena 3 durante el primer mandato de Rajoy, que facilitó las condiciones para que esa fusión se produjera). La excepción ha llegado ahora. El proceso político que comenzó con el 15M y la irrupción de Podemos ha traído cambios profundos en el sistema de partidos y en la composición de los poderes legislativo y ejecutivo, y ha llevado a la izquierda transformadora a su mayor poder institucional en los últimos 80 años. Sin embargo, no hemos logrado producir todavía ningún cambio relevante en el sistema mediático español (ni en el poder judicial, pero eso lo dejamos para otra ocasión). Y quizá sea este uno de los límites fundamentales, si no el más importante, de este proceso de avance democrático.

La televisión en España es hoy un patrimonio exclusivo del poder económico, de la derecha y la ultraderecha, con muy pocas excepciones, lo cual es especialmente terrible no tanto en lo que toca a su dominio de los medios conservadores, sino de los medios “progresistas”.

El escaso terreno ganado en Televisión Española, donde hace unos meses se podía escuchar a gente como Miquel Ramos u Olga Rodríguez, ha sido fulminado a raíz del pacto PSOE-PP para el control de RTVE. Así, ¿cómo no se va a derechizar España? ¿Acaso podría ocurrir algo diferente? Cuando uno ve una tertulia o un informativo, lo que resulta difícil de entender es cómo puede seguir habiendo alguien en este país dispuesto a votar a algo de izquierdas. Ninguna población humana resiste mucho tiempo sometida a un permanente método Ludovico de aversión a la justicia social.

El monopolio del capital sobre los grandes medios de difusión de información es uno de los mayores problemas de las democracias liberales en todo el mundo y una de las causas más claras de que –dicho en términos un poco naif– la mayoría social acabe votando por los enemigos de sus intereses.

La clave para entender que, en el grupo de los obreros de enfrente, el pensamiento progresista sea diariamente sepultado por todos los marcos mentales reaccionarios no tiene tanto que ver con el mayor o menor virtuosismo de los discursos públicos de la izquierda, sino con el hecho de que a eso que llamamos batalla cultural nosotros seguimos yendo con tirachinas y ellos con carros blindados. Ojalá una ley de tres tercios (un tercio medios privados, un tercio medios públicos y un tercio medios comunitarios) que democratice el ¿cuarto? poder. Ojalá nos tomemos más en serio que el sistema mediático, como el Estado, es instrumento de poder, es también sujeto con sus propias dinámicas de autonomía, y es ante todo una zona estratégica de combate político.

Si no logramos conquistar ningún espacio mediático relevante que aporte pluralidad a los mensajes ideológicos que recibe la gente, seguiremos librando, no una batalla, sino una intifada cultural de piedras contra tanques (y teorizando sobre si lo que falla es la calidad de nuestras piedras).

Tiene algo de épico, pero se suele perder.

MANUEL LEVIN

Es filólogo. Fue secretario de Discurso y Análisis Político de Podemos y responsable de los discursos y campañas electorales de Pablo Iglesias (2017-2021). Antes fue guionista en ‘El Intermedio’

Motivar a las audiencias a reproducir contenidos es el nuevo gran reto de los medios políticos. PAU MARÍ-KLOSE

Son los medios, ¡estúpido!

Es inconcebible que un político mantenga estilos tradicionales si el entorno mediático por el que traslada sus mensajes ha cambiado y prima la crispación y la polarización.

De un tiempo a esta parte se ha extendido la idea de que la crispación y la polarización política que vive nuestro país es culpa de “los políticos”. Parece imposible negar que los políticos ponen en práctica estilos polarizadores, en lugar de optar por estilos centrados, serenos y constructivos.

La premisa es que si tuviéramos otros políticos practicarían otros estilos. Algunos los quieren menos ideologizados, otros más preparados técnicamente. Los hay que quieren que hayan demostrado su valía en el mundo privado o en ámbitos regionales o locales, donde los incentivos para la negociación y el acuerdo serían mayores. En general, se ambiciona que miren menos por sus intereses, dialoguen cortésmente y se pongan más de acuerdo sobre intereses comunes.

Una cosa que se olvida a menudo es que los políticos, al igual que otros agentes económicos o sociales, responden a incentivos. Hay analistas que se refieren despectivamente al hecho de que los políticos se comportan de una manera u otra “solo” para ganar votos. Ese “solo” es posiblemente una exageración, pero prescindir de una estrategia de comunicación o de acción política para ganar votos, es algo que un político no se puede permitir: los votos se traducen en eficacia para influir en las políticas públicas en el sentido que consideras más adecuado para tu comunidad (que es el fin de la política).

Dicho de otro modo, un político se debe, en buena medida, a su público. Está obligado a navegar en un entorno en que su público solamente prestará atención, y quizás se deje seducir, si logra lanzar mensajes que lleguen (no es paso baladí) y sintonicen con sus preferencias (o que consigan “activar” predisposiciones latentes). Para eso debe conocer los códigos y participar con eficacia en los juegos que plantean los portadores de esos mensajes a la opinión pública

Es inconcebible que un político mantenga estilos tradicionales si el entorno mediático por el que traslada sus mensajes ha cambiado. Muchos analistas echan de menos estilos políticos del pasado, pero tampoco los practican. Fustigan la polarización, pero contribuyen a ella escribiendo encendidos tuits en 240 caracteres para desacreditar a rivales.

Lamentan la sentimentalización de la política, pero trabajan en medios que se afanan en agitar emociones en la coctelera de noticias diarias.

Recuerdan con nostalgia el debate pausado y culto de programas como La Clave, mientras participan en espacios de horse race journalism —programas de debate electoral donde presentan a los candidatos como caballos de carreras— donde impera el incivismo y la crispación.

Los medios son actores clave en el encuadre de los asuntos comunes y juegan un papel fundamental en la configuración de debates públicos polarizados. Como sugiere Ezra Klein en Polarizados, el contexto en el que compiten los medios ha cambiado, especialmente tras el auge de la televisión por cable y las redes sociales.

La explosión de opciones, el recrudecimiento de la competición provocado por la aparición de los medios digitales, así como el acceso continuo a métricas de audiencia, han transformado la producción de contenidos.

Eso materializa una nueva estructura de incentivos. Los incentivos para contarle a segmentos de la audiencia lo que quiere escuchar son mucho mayores, relegando a un segundo plano los tradicionales objetivos “nobles” de ofrecer información veraz a la audiencia o explicarle lo que le conviene saber. También crecen los incentivos para contarles cosas que les conmuevan y les animen a compartirlas. En este sentido las redes se han convertido en el gran amplificador de los contenidos de otros medios, pero solo si consiguen en primer lugar motivar a las personas a contárselos al mundo.

Motivar a las audiencias a reproducir contenidos es el nuevo gran reto de los medios políticos.

Una de las estrategias más exitosas ha sido crear formatos que convierten intereses y opiniones en identidades, fortalecer esas identidades y confrontarlas con identidades antagónicas. Las tertulias y los debates que se producen con arreglo a estos nuevos formatos ya no están interesados en identificar consensos, destilar lo que comparten voces discrepantes o buscar puntos intermedios. Su objetivo es pertrechar a los políticos que intervienen de munición y oportunidades para utilizarla contra sus adversarios, para anunciar calamidades si no son elegidos e infundir indignación y miedo. Tienen todas las de perder los políticos aburridos que se limitan a exponer pulcramente sus argumentos, pretenden convencer con razones y datos, y mantienen respeto escrupuloso al derecho de su interlocutor a expresar puntos de vista discrepantes.

Es así como cobran protagonismo las “voces fuertes”, las que no dejan indiferente. Como muestra Klein, basándose en rigurosas investigaciones científicas, en este contexto cuánta más información política se consume, más pobre es la comprensión de la realidad política, fundamentalmente porque más erróneas y distorsionadas son las percepciones que uno tiene sobre el bando al que no pertenece.

En los nuevos entornos mediáticos, son los políticos más diestros en sembrar conflictos identitarios quienes encuentran mayores oportunidades para prosperar.

Las grandes provocaciones de Donald Trump, que en el pasado hubieran sido consideradas como opiniones de un inadaptado a los códigos hegemónicos (lo que le condenaría a la insignificancia y al olvido) encuentran en los espacios creados terreno abonado para ser cubiertas, reproducidas, comentadas y diseccionadas, reempaquetadas y trasladadas a otras esferas por quienes las manejan en sus batallas identitarias. En este proceso, son celebradas o denostadas, pero no dejan a nadie indiferente. Trump coloca su opinión en una maquinaria mediática preparada para catapultarla a una nueva esfera de confrontación identitaria.

Como señala Klein, “los medios políticos están sesgados, pero no tanto hacia la izquierda o la derecha, sino hacia los ruidosos, escandalosos, llamativos, inspiradores y conflictivos”.

Cuando Trump llama a los inmigrantes mexicanos violadores y criminales, captura la atención compartida de las personas que lo odian, cuya identidad “progresista” se siente amenazada, y la de las personas que han estado esperando ansiosamente a alguien que se atreva a decir “la verdad”.

Así, durante las primarias, la cobertura media de Trump en las menciones de noticias por cable fue del 52%. Había 17 candidatos republicanos en primarias, y la atención a Trump ocupaba más tiempo que la ofrecida al conjunto de los restantes. La cobertura de Trump volvió imposible que sus rivales hicieran oír sus mensajes.

Quien dice Trump probablemente también esté diciendo Pablo Iglesias en 2014 y 2015. O Isabel Díaz Ayuso en 2020. Un nuevo perfil de políticos se mueve como pez en el agua en el nuevo entorno mediático, y obtiene más tiempo en antena. Son tratados como más dignos de comentario que los discursos más cuidadosos, ajustados a hechos y orientados al impulso de políticas públicas. La mayor virtud de estas figuras es entender lo que es noticiable en el nuevo escenario y usarlo a su favor. Sin embargo, por mucho que sus estilos nos parezcan aborrecibles, no están en la génesis de la polarización que son las profundas transformaciones del panorama de competición mediática.

Últimamente, se alzan voces de académicos, intelectuales y profesionales cualificados contra la polarización, genuinamente preocupados por las implicaciones para la calidad de la democracia. Desafortunadamente rara vez consiguen sustraerse a la tentación de la antipolítica, culpando a políticos y partidos de incurrir en prácticas y dinámicas de las que solo son responsables en una parte, real pero limitada. El primer paso para abordar un problema es conocerlo adecuadamente. Sus manifiestos para pedir políticos más responsables, competentes y comprometidos con el interés general, continuará siendo papel mojado mientras no dirijan también el foco hacia quienes ponen las cámaras, montan el escenario y lo iluminan. E invitan a los políticos a participar en los juegos que les proponen.
PAU MARÍ-KLOSE
Presidente de la Comisión de Exteriores del Congreso español y colaborador de Agenda Pública

La ética periodística es fundamental para garantizar la calidad democrática

El periodismo ético es ahora más importante que nunca, tanto para los profesionales que ejercen la profesión como para cualquier ciudadano que se esfuerce por obtener una información segura y fiable frente a tanto ruido.

Las informaciones falsas (“fake news”), la propaganda política y empresarial y los abusos vergonzosos observados suponen una amenaza para la democracia y, al mismo tiempo, abren nuevos frentes de combate a los defensores de la libertad de expresión, los decisores en materia de políticas y los profesionales de los medios.

El Colegio de Periodistas de Catalunya, el Consejo de la Información de Catalunya (CIC) y las once universidades catalanas con estudios de periodismo organizaron una jornada sobre ética periodística el pasado jueves 25 de noviembre.

Un encuentro que permitió hablar sobre inteligencia artificial, dietas informativas más saludables o la pandemia de la COVID-19, entre otros temas.

En el acto de apertura el decano del Colegio de Periodistas de Catalunya, Joan Maria Morros, reivindicó la lucha activa contra la desinformación y construir espacios de credibilidad en el respeto del código deontológico.

“El reto es garantizar su cumplimiento en aras de la calidad democrática” asegura Morros, también en el mundo universitario para formar a las nuevas hornadas de periodistas.

Le acompañaron en Josep Carles Rius, presidente del Consell de Información de Catalunya, quien considera “el código deontológico como un muro delante de la desinformación, discurso de odio y prejuicios, que en este mundo de las redes – que tiene evidentemente unas grandes ventajas pero al mismo tiempo tiene sus riesgos – es importantísimo reivindicar”.

“Tenemos que será proactivos, recibir las críticas de la sociedad y al mismo tiempo plantear alternativas”.

Por su parte María José Recoder, decana de la facultad de ciencias de comunicación de la Universidad Autónoma de Barcelona, hablo de ese nexo de conexión entre el mundo académico y profesional.

“Cuando los estudiantes entran en las facultades les decimos que esta profesión tiene un compromiso con la sociedad, con la verdad y que por tanto es una manera de vida.”

Asimismo insistió en aplicar buenos criterios éticos “Las audiencias no lo justifican todo, ser el primero en dar una noticia no justifica que no compruebes las fuentes de información”.

Entre las principales conclusiones de estas jornadas:

  • Estamos en un contexto digital con muchos desafíos abiertos y muchas derivadas.
  • La importancia de la investigación en temas de ética y que desde el Colegio y desde el ejercicio de la profesión se hagan sinergias con la Academia.
  • Potenciar los aspectos éticos desde la universidad para empoderar a los estudiantes.
  • Trabajar para que las herramientas digitales ayuden a tener informaciones veraces.
  • Luchar contra la desconfianza que existe en España hacia los medios de comunicación, que a menudo está relacionada con la no aplicación de criterios deontológicos a la hora de ejercer el periodismo.
  • La importancia de la alfabetización mediática, sobre todo entre los jóvenes y los mayores.
  • La ética es un aspecto esencial por el periodismo de calidad.
  • Trabajar para que la gente tenga herramientas y sepa diferenciar las informaciones reales de las falsas.
  • El ejercicio deontológico es transversal y también implica a los gabinetes de comunicación y todo lo que implica las imágenes, sobre todo porque estamos en una sociedad con un gran componente audiovisual.

Conectar con las emociones a través de la música

La música tiene la capacidad de evocar poderosas respuestas emocionales como escalofríos y estremecimientos en los oyentes.

A su vez una música placentera puede conducir a la liberación de neurotransmisores asociados con la recompensa, como la dopamina, luego es una forma fácil de alterar positivamente el estado de ánimo y aliviar el estrés.

Son muchos los vídeos que se viralizan donde ancianos con Alzheimer o patologías similares, y que han sido músicos en su vida profesional, olvidan prácticamente todo pero sorprenden recordando alguna de las piezas tocadas. Es la magia de la música, que alimenta el alma.

Hace unos días se organizó un Taller de música y emociones en el Museo Pau Casals (en honor al célebre músico catalán) y ubicado en la localidad de Sant Salvador, Tarragona.

De la mano de la compositora Carlota Baldrís y el coach Eduard Ramos los participantes pudieron disfrutar de una experiencia única. Mediante dinámicas innovadoras y viajando con la música, que es un vehículo universal de las emociones.

La jornada incluyó dinámicas como el conocer la forma de composición de una melodía, materiales y una visita guiada a la exposición «100 años de la Orquesta Pau Casals. Excelencia musical y compromiso social» en la Sala Polivalente del Museo Pau Casals, a cargo de la directora Núria Ballester.

La jornada concluyó con un vermut gastronómico con productos de proximidad a cargo del Restaurante “Vil·la Casals” y la bodega Jané Ventura, acompañado de música en directo.

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