La generosidad nos recompensa.
Las estrategias generosas son las únicas que garantizan el éxito a largo plazo, eso es lo que revela en un estudio llevado a cabo por biólogos de la Universidad de Pennsylvania (EEUU).
Las estrategias generosas son las únicas que garantizan el éxito a largo plazo, eso es lo que revela en un estudio llevado a cabo por biólogos de la Universidad de Pennsylvania (EEUU).
Su investigación sobre la evolución de la cooperación y de la generosidad en la naturaleza se fundamenta en bases matemáticas de la Teoría de juegos (John Nash, 1950).

En el juego, si ambos jugadores cooperan, los dos reciben un pago. En caso de que uno coopere y el otro no, el primero recibe un pago menor mientras que el otro el mayor pago posible. Si ninguno de los dos jugadores coopera, los dos reciben un pago, pero de menor cuantía si ambos cooperasen. Asimismo se puede aplicar una serie de estrategias de “extorsión” contra un rival inconsciente con el fin de que éste obtenga una calificación o recompensa inferiores.
A partir de esta variable, Alexander J.Stewart y Joshua B. Plotkin – ambos del departamento de biología de la Universidad de Pennsylvania – exploraron un nuevo enfoque sustituyendo el uno por uno por el enfrentamiento entre poblaciones de jugadores al igual que las sociedades humanas.
En este otro escenario, los jugadores con más éxito se reproducirían más y pasarían sus
propias estrategias a la próxima generación de jugadores. Por lo pronto las matemáticas demostraron que las estrategias de extorsión no resultan efectivas dentro de una población cambiante y extensa “cuando hay muchos jugadores y todos juegan con generosidad, todos se benefician a su vez de la generosidad de los demás”, explica Plotkin.
De igual forma el perdón sí que es una acción necesaria bajo este contexto. Cuando un jugador se encuentra con otro que no coopera lo puede castigar un poco, pero después de un tiempo requiere de nuevo de su colaboración porque si no sufrirá a largo plazo.
Lo cierto que este comportamiento solidario “no sólo ocurre en los seres humanos. Los insectos sociales se comportan también de esta manera, e incluso bacterias y virus comparten productos génicos y se comportan de maneras que no pueden describirse como generosas” añade Plotkin.
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