BRASIL.- A las puertas de la Nochevieja aún llegaban a los hoteles de Brasilia buscando habitación los más rezagados con el lema de Jair Bolsonaro “mi partido es Brasil” estampado en color verde sobre la camiseta amarilla.
Decenas de miles de seguidores del ultraderechista han recorrido miles de kilómetros para asistir este Año Nuevo en la capital a su toma de posesión como presidente de Brasil. Estos fieles han recorrido miles de kilómetros para ver cómo Michel Temer le coloca la banda presidencial confiados en que convertirá a Brasil en un país más próspero y seguro.
“Estamos aquí por un ideal, por un país mejor… sin el PT”, explicaba este lunes por la tarde en su hotel la empresaria Gilvania Medeiros, de 38, años, que viajó a la ciudad diseñada por Óscar Niemeyer con un grupo de amigos a los que conoció haciendo campaña por Bolsonaro. Celso Mendez, funcionario de 43 años, condujo 15 horas con su familia desde São Paulo para unirse al grupo, que incluye un policía militar retirado y un chaval de 12 años que también quiere ser policía.
La ciudad se ha blindado para la toma de posesión de Bolsonaro –que aún tiene importantes secuelas del atentado que sufrió en septiembre– con un despliegue de seguridad sin precedentes que incluye misiles antiaéreos listos para abatir cualquier aeronave o dron que invada el espacio aéreo cerrado.
La expectación generada entre los brasileños ante el inicio de este mandato solo es comparable a la que despertó hace 16 años, también en Año Nuevo en el mismo lugar, la de Lula da Silva, que dejó el poder con altísimos niveles de popularidad y ahora está encarcelado por corrupción.
Dos hombres en las antípodas ideológicas. Aquel fue el primer presidente de izquierdas de la primera potencia latinoamericana. Este, el primero de ultraderecha.
El militar retirado ganó las elecciones a finales de octubre con diez puntos de ventaja sobre el candidato del Partido de los Trabajadores, Fernando Haddad.
El pronóstico del tiempo anuncia lluvia, un trastorno para las decenas de miles de ciudadanos que se reunirán frente al palacio presidencial de Planalto para escuchar su mensaje al país porque los paraguas, como los drones o las caretas.
A la toma de posesión se espera que asistan también una docena de jefes de Estado y de Gobierno (los de Israel, Hungría, Colombia, Chile, Bolivia, Honduras, Paraguay, Perú, Uruguay, Portugal, Cabo Verde y Marruecos).
En vista de que el presidente Donald Trump, al que Bolsonaro tanto admira, no acude sino que ha enviado a su secretario de Estado, Mike Pompeo, el israelí Benjamín Netanyahu será previsiblemente el gran protagonista entre los invitados. Aunque estuvo a punto de cancelar su presencia tras tener que convocar elecciones anticipadas,
Netanyahu pudo completar una visita oficial de cinco días en los que en público se ha hablado más de potenciales negocios que del prometido traslado de la embajada de Brasil a Jerusalén, siguiendo la estela marcada por el presidente de EE UU.
Medeiros, enfundada en una camiseta con el rostro de Bolsonaro bajo el lema “honra, moral, ética”, asegura que ella no le va a dar un cheque en blanco: “Al mismo tiempo que le vamos a apoyar, vamos a fiscalizar los resultados porque el pueblo ya está cansado”.
Preguntada por cuál debe ser la primera tarea del nuevo presidente, menciona el mal que carcome la política en Brasil: “Que sea honesto, que no cometa los mismos pecados que otros, que acabe con la corrupción”. Sus seguidores minimizan cualquier sospecha sobre posibles corruptelas en el clan familiar de Bolsonaro o quitan importancia a sus insultos racistas, misóginos u homófobos.
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