Todo lo puedo en Cristo que me fortalece (Filipenses 4:13

Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. -Filipenses 4:13

Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente: no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios será contigo en donde quiera que fueres. Josué 1:9

Periodista Cesáreo Silvestre Peguero, editor de este portal Web.

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lunes, 15 de junio de 2015

Vida, huellas, muerte: un esquema que no cambia

 Vida, huellas, muerte: un esquema que no cambia
LA AUTORA es trabajadora social y comunicadora. Reside en Santo Domingo.
A veces me detengo a reflexionar sobre la vida. Otras veces, sobre la muerte. Paso de una a otra. Las interrelaciono, las cuestiono, especialmente cuando ha dejado de existir un ser querido. Pienso que la vida, es una escala, una estadía en tránsito. Llegamos por tiempo limitado, a equiparnos. Vamos rumbo a lo desconocido. Otras veces, la comparo con un lugar donde llegamos de vacaciones, a conocer, disfrutar, pero donde necesita crear mecanismos para sobrevivir, sembrar, producir.
La vida, en verdad, puede ser un asueto placentero, si la llevamos sin hacerles daño a los demás. La clave está dentro de cada persona, en la conciencia tranquila. Se complica cuando nos extralimitamos en la búsqueda de recursos, cuando se angustia el espíritu, cuando se desborda la ambición. ¿Es la vida una prueba divina? .
El existir envuelve una dinámica interesante. No importa el nivel social donde te encuentres, necesitas sobrevivir. Cada actividad, deja sus huellas. Estas se mezclan, se interrelacionan. Durante nuestra estadía, dejamos una gran variedad de huellas por doquier. Huellas grandes, profundas, imborrables, que calan en el alma de la humanidad; huellas memorables que se dejan establecidas en la sociedad; huellas simples que el tiempo intenta borrar; huellas que con el tiempo presentan su inmensidad.
Surgen de seres vivos o de personas que se fueron, que dieron el adiós definitivo, de las que nunca regresarán. El fin de las huellas, es la muerte. ¿Qué es la muerte? Es un adiós a la vida. Un viaje sin regreso, hacia lo desconocido.
Pienso que si llegamos a la vida de vacaciones o en tránsito, al abastecer su motor, el alma, para el despegue, para seguir el viaje, el mejor combustible es llenarla de paz. Saber que lo llevábamos, da tranquilidad a los que se quedan. No sabemos con seguridad hacia dónde vamos.
La vida y la muerte, interrelacionadas pero ¡tan diferentes! Son comienzo y final; alegría y tristeza; lo conocido y lo desconocido; dinamismo y estancamiento.
¿Qué hacemos en el tránsito de la vida a la muerte? ¡Dejar huellas!. Estas quedan en el proceso de crecer, aprender, disfrutar, luchar, compartir, al traer otros a la dinámica del vivir.
Algunos lucen serenos, proyectan paz. Otros se aturden, quieren acapararlo todo, se afanan en acomodar el ambiente para su disfrute, sin respetar los demás. ¡Qué pena! Olvidan que no necesitamos lo material para continuar el viaje, que el alma necesita paz, para seguir con suavidad.
Luego de vivir, ¿Qué esperamos? La muerte. Si, partir. El adiós definitivo. Cerrar los ojos, descansar, dejarnos llevar. Y el mundo sigue, sigue, sigue.
Otros buscarán nuestras huellas, las evaluarán, las conservarán o borrarán. Y así se repite el esquema,…vida, huellas, muerte…
Unos viven angustiados, infelices, queriendo retenerlo todo, otros calmados, centrados, sonriendo. Todos se van. Queda el recuerdo, las huellas. Entonces, la vida ¿Para qué? ¿Para dejar huellas o para equiparnos?..¿Y la muerte? Hacia donde nos conduce que nada necesitamos llevar…
Bueno,…mis amigas me dirían “!para que te coja con tirar piedras…!”.

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