Por JUANY URIBE
La república de Haití ha pedido a la Junta Central Electoral que le brinde asesoría técnica para los comicios presidenciales que se celebrarán en el vecino país el próximo mes de diciembre.
La petición solamente ha sido conocida y comunicada públicamente por el Presidente de la Junta Central, puesto que miembros del Pleno han declarado ignorarla. El tema ha encontrado en nuestro país más rechazo que apoyo aunque el Lic. Rosario Márquez ha esgrimido numerosas razones que a su entender son más que valederas y contundentes para complacer la solicitud.
El Centro Bonó, tildado de pro haitiano por algunos sectores que se autotitulan nacionalistas, ha expresado su oposición a la petición aquí tratada, ponderando la conveniencia de que República Dominicana se mantenga al margen del proceso electoral haitiano y lo mismo han hecho personalidades y organizaciones que, aunque parezca paradójico, se han manifestado opuestas a la sentencia 168-13 del Tribunal Constitucional sobre los haitianos nacidos aquí.
Quien esto escribe ha recibido no pocas críticas porque en los escasos artículos en que he tocado el asunto haitiano, no he lanzado dardos envenenados contra los nacionales de ese país.
Los largos años que pasé junto a uno de los dominicanos más ilustres, José Francisco Peña Gómez, acosado y escarnecido por quienes querían negarle haber nacido en este suelo, me enseñaron a no apasionarme con ese tema y me demostraron que el verdadero nacionalismo no está en el antihaitianismo.
Creo que, como señaló el director del Centro Bonó, Roque Féliz, lo mejor que se puede hacer es mantenerse al margen de las elecciones haitianas.
En honor a la verdad, hay que admitir que las relaciones existentes entre ambos países, salpicadas de un apasionamiento casi fundamentalista por parte de algunos sectores en ambas naciones, no son las mejores aunque en ocasiones se quiera hacer creer lo contrario.
El país tiene problemas que enfrentar y resolver; al país no le conviene asumir las elecciones haitianas, aunque el Presidente de la Junta Central, en una expresión maniqueísta, diga que sería “poco noble” negar la asesoría pedida. No se trata de negar, se trata, sencillamente, de que no es prudente acceder a esta solicitud, que solamente entraña protagonismo para el magistrado Roberto Rosario y ningún beneficio para la nación.
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