Macron, la seducción de un optimista.
Estrecha manos, saluda con besos en la mejilla a hombres y mujeres, se hace ‘selfies’ , guiña el ojo. Más como una estrella que como un político actúa Emmanuel Macron cuando se rodea de sus simpatizantes, el hombre que a sus 39 años se va a convertir en el presidente más joven de Francia tras un ascenso meteórico, con pocos parangones en la historia.
Estrecha manos, saluda con besos en la mejilla a hombres y mujeres, se hace ‘selfies’ , guiña el ojo. Más como una estrella que como un político actúa Emmanuel Macron cuando se rodea de sus simpatizantes, el hombre que a sus 39 años se va a convertir en el presidente más joven de Francia tras un ascenso meteórico, con pocos parangones en la historia.
Un éxito debe en buena parte a la comunidad afectiva que ha construido con los votantes a través a de un discurso positivo que trufa de palabras como “mis amigos”, “nosotros”, “vosotros”, “futuro” “feel good”. El optimismo es su arma de seducción. La misma que en el 2008 también llevó a Barack Obama a la presidencia de Estados Unidos.
La seducción de un hombre joven, atractivo, inteligente que ha irrumpido en la política francesa con vientos de renovación, en el fondo y en las formas. “Ni de izquierdas, ni de derechas”, Macron ofrece un programa transversal que combina políticas liberales en lo económico con medidas sociales. Socioliberal es como ha bautizado la prensa francesa al próximo presidente del Elíseo, el hombre que es capaz de departir durante dos horas con los trabajadores de Whirpool en Amiens pero que cuando era ministro de Economía le soltó a un huelguista que “la mejor forma de comprarse un traje es trabajando”.
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