El suizo David Mzee sufrió un accidente en 2010 mientras practicaba deporte, cuando solo tenía 20 años. Se quedó parapléjico, con apenas un control residual de su pierna derecha. Sin embargo, el año pasado, se levantó y caminó torpemente unos pasos, sin ayuda. “Cuando solté las barras paralelas me sentí casi como si caminara normal. Quiero entrenar más para ver hasta dónde podemos llegar”, explica ahora en una teleconferencia para la prensa internacional.
El aparente milagro es solo una nueva técnica científica, que primero demostró su éxito en ratas en 2014, que después funcionó en monos en 2016 y que ahora llega a los seres humanos. Un equipo capitaneado por el neurocientífico Grégoire Courtine, de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (Suiza), y la neurocirujana Jocelyne Bloch, del hospital universitario de la misma ciudad, ha implantado electrodos en la zona lumbar de la médula espinal de Mzee y de otros dos pacientes parapléjicos: el neerlandés Gert-Jan Oskam, de 35 años, y el suizo Sebastian Tobler, de 47 años.
Esta estimulación eléctrica epidural, sumada a sesiones de rehabilitación casi diarias durante cinco meses, ha logrado que los tres comiencen a caminar de nuevo, con ayuda de muletas o de un andador.
Solo una semana después de comenzar los ejercicios, David Mzee dio un primer paso. “Fue impresionante”, recuerda el joven ingeniero mexicano Ismael Seáñez, coautor de la investigación. A diferencia de dos estudios similares presentados en septiembre por otros dos grupos científicos de EE UU, el equipo suizo no estimula la médula espinal de manera continua, sino que, gracias a sensores en los pies de los pacientes, un programa informático envía pulsos eléctricos que intentan facilitar los movimientos voluntarios residuales imitando las señales eléctricas naturales del cerebro. La estimulación se realiza “con la precisión de un reloj suizo”, en palabras de Courtine.
El neuroingeniero español Eduardo Martín Moraud participó en los experimentos en ratas y monos. “La estimulación eléctrica se realiza en el lugar y en el momento adecuados. Y esto facilita la reactivación de las conexiones nerviosas que quedan en la médula espinal lesionada”, subraya el científico, del Hospital Universitario de Lausana.
Los tres pacientes, tras cinco meses de sesiones, han recuperado en mayor o menor medida el control voluntario de los músculos de sus piernas, incluso sin la estimulación eléctrica. Los resultados de la investigación se publican hoy simultáneamente en las revistas Nature y Nature Neuroscience.
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