Ocúpate de cultivar el carácter, no lo confunda con la psicorrigidez.
Que tu actitud no haga vana la aptitud que en ocasiones, se traduce en vanagloria.
Que la ira nunca te hagas actuar bajo su impulso, haz tuya la prudencia. Que tu buena conducta dirija tú rumbo.
Si la fatiga de un día cualquiera altera tú ánimo, hinala y exsala el aire sin prisa.
No olvide que la paciencia es sacrificio del sabio, y vano es el orgullo del necio.
Que tu proceder se rija con justicia, tuyo sea el cultivo del equilibrio y siempre escoja a Dios como guia.
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