Queridos amigos, estudiantes y familiares, ciudadanos todos:
Hoy nos reunimos bajo el manto del respeto y la gratitud para rendir homenaje a un hombre cuya vida fue una siembra constante de conciencia, de amor por la tierra, y de inquebrantable defensa de los recursos que Dios nos dio para administrar con sabiduría.
Ha partido de entre nosotros un ecologista ejemplar, un hombre cuya voz se alzó no por fama ni por intereses, sino por convicción. Su causa fue el medio ambiente; su herramienta, la enseñanza; su trinchera, cada escuela, cada plaza, cada conversación que tocara el corazón de un joven.
Lo vimos hablar con pasión a niños y adolescentes sobre el valor de un árbol, la importancia del agua, el milagro que es la creación. Nunca claudicó en sus principios éticos, aún cuando el cansancio físico, la enfermedad y las limitaciones económicas tocaron a su puerta. Antes bien, se aferró con más firmeza a su misión, sabiendo que proteger la naturaleza no es solo una causa, sino un deber moral.
Su lucha no fue fácil. Vivió tiempos de indiferencia, de burlas, de abandono institucional. Pero jamás permitió que su voz se apagara. Siguió instruyendo, siguió alertando, siguió sembrando esperanza en la tierra seca de los corazones distraídos.
Dice la Palabra del Señor en romano capítulo 5, verso 3 al 4: “Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza.” Y así fue su vida: tribulada, pero paciente; probada, pero llena de esperanza. Esperanza en una nueva generación consciente, valiente y comprometida.
Hoy, sus manos descansan, pero sus obras hablan. Sus palabras viven en los cuadernos de los estudiantes, en las semillas que plantó, en las conciencias que despertó. Y su legado no será olvidado, porque quienes luchan por lo eterno, nunca mueren.
A su familia, nuestro abrazo. A sus compañeros de causa, nuestra promesa de continuar. Y a él, que ya descansa en la presencia del Creador, nuestro más profundo reconocimiento y gratitud.
¡Gloria a quien vivió defendiendo la vida en todas sus formas! Que su ejemplo nos guíe, y su memoria florezca en cada bosque, en cada río, en cada corazón que aún crea que otro mundo es posible.
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