La misionera siempre llevaba a aquel hogar provisiones pero nunca se detenía a ofrecer el tiempo de aliento y de apoyo emocional que esta familia requería y, la mujer beneficiada en una ocasión, dejò con uno de sus hijos una pequeña nota para que se le entregase a la dama, la cual decía: gracias por sus ayudas pero, espero que algún día tengas tiempo de compartir su tiempo con nosotros.
La misionera estaba proveyendo aquel hogar de una bendición: ayuda alimenticia pero, le estaba reteniendo otro consuelo, el tiempo.
Ojala muchos puedan concienciarse al ofrecer de si su tiempo, mas allá de dinero o alimentos.
El calor humano es necesario brindarlo, este se acoge con agrado.
No limitemos el dar una sonrisa, o un abrazo, siempre es momento dispuesto para dar de nuestro tiempo...
En ocasiones de cierta convalecencia, preferimos no visitar al oprimido y, creemos cumplir mandándole comestible o dinero como si esto solucionase su consuelo de afecto, el dar no basta.
algomasquenoticias@gmail.com
Por Cesáreo silvestre Peguero.
Periodismo con sentido.
San Pedro de Macorís, Republica Dominicana