Quienes hayan acumulado dinero en base al trabajo productivo, tienen todo su derecho a disfrutar de sus fortunas, mas no concibo que habiten tan conforme los que tanto tienen viendo a otros necesitar de un pedazo de pan o vestuario.
Alrededor de 4.500 millones de personas, el 75 por ciento de la población mundial vive en los países en vías de desarrollo y 1.000 millones de ellos subsisten en la miseria.
Independientemente de los esfuerzos que hagamos para obtener los bienes, debemos saber que, las bendiciones provienen de Dios y, él se agrada que las comportamos con el necesitado.
Cada cual debe lograr su propio sustento pero, muchas veces los demás requieren de nosotros como hemos recibido de otros en ciertas ocasiones.
El hambre turba, atormenta, desespera emborracha, confunde y crea una indescriptible inquietud. Se muy bien por que lo digo: la he vivido.
En la medida de que no dependamos de las avaricias, haremos crecer la quietud que reposa en quienes se satisfacen de ser útil a los demás haciendo honor al mandamiento divino que nos manda amar a nuestro prójimo como a nosotros mismo.
El sol debe salir para todos y más cuando la necesidad extrema se impone…
La piedad es la señal más fidedigna de quien posee a Dios en su corazón.
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Por Cesáreo silvestre Peguero.
Periodismo con sentido.
San Pedro de Macorís, Republica Dominicana