Todo lo puedo en Cristo que me fortalece (Filipenses 4:13

Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. -Filipenses 4:13

Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente: no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios será contigo en donde quiera que fueres. Josué 1:9

Periodista Cesáreo Silvestre Peguero, editor de este portal Web.

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lunes, 14 de julio de 2025

La Luz que no se Apaga: Reflexión sobre la Mezquindad y el Reconocimiento

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Por Cesáreo Silvestre Peguero

Hay personas que brillan sin pedir permiso, cuya luz no depende de reflectores ni halagos. Son almas que irradian una gracia interior que no se fabrica, se recibe. Pero esa misma luz que inspira, a menudo irrita a quienes no han aprendido a reconocer su propio valor.

En muchos espacios laborales, académicos, familiares, religiosos, la mezquindad se viste de crítica, el recelo se disfraza de prudencia y el silencio se convierte en arma contra el mérito ajeno.

Es preocupante ver cómo cuesta tanto enaltecernos mutuamente. San Pedro de Macorís, con todo su talento y pasión, no escapa a este fenómeno: hay una tendencia marcada a restar en lugar de sumar, a ignorar antes que reconocer. Pero honrar honra, y no hay valor más grande que saber mirar con humildad la grandeza ajena. Quien no celebra al otro revela la precariedad de su autoestima.

Reconocer al otro no me hace menos. Al contrario, reafirma mi seguridad. Desde siempre, quienes me conocen saben que he vivido bajo esta convicción. No es una pose, ni una estrategia: es parte de mí. A través de mis escritos, muchos han podido comprobar que es mi estilo habitual destacar a los demás, resaltar sus virtudes, y escribir sobre sus méritos sin sentirme amenazado ni disminuido.

Vivimos en una sociedad enferma de protagonismo, donde se aplaude más al que grita que al que edifica en silencio. Esta pobreza de carácter se manifiesta incluso en las iglesias, donde algunos buscan liderar no para servir, sino para figurar. Se procura más la silla visible que la humildad del servicio. Sin embargo, el verdadero liderazgo no eclipsa, alumbra; no compite, coopera; no critica para herir, sino que corrige con amor.

La mezquindad ha dejado a muchos valiosos sin voz, sin tribuna, sin reconocimiento. Y no es por falta de mérito, sino por exceso de egos en quienes podrían aplaudirles. ¿Cuántos talentos mueren por falta de estímulo? ¿Cuántos se resignan al anonimato porque nunca se les dio un espacio para florecer? Es hora de despertar conciencia y entender que la luz de otro no apaga la mía; al contrario, puede alumbrarme también el camino.

Por eso escribo sobre mis colegas, comparto sus logros, biografío sus pasos. Lo hago con alegría y sin esfuerzo, porque nace de una certeza: servir engrandece. Aplaudir no reduce mi altura, sino que eleva mi humanidad. Y quien camina en la verdad no teme reconocer al otro, porque sabe quién es, y de quién ha recibido su identidad.

Este país, y el mundo entero, necesita más gente que se atreva a vivir así. Que aplauda sin celos. Que bendiga sin reservas. Que reconozca sin miedo. Que sepa que Dios nos llamó a convivir, no a competir. A edificar, no a dividir. Que nadie tema iluminar al otro: la luz no se gasta, se multiplica.

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