El Festival de Málaga ha captado todas las miradas estos días. Se han presentado una gran variedad de películas en diversas categorías. Las caras más conocidas se reúnen en Cómo sobrevivir a una despedida, un film de juergas y alegría.
Sin embargo, son las caras más desconocidas – con algún actor reconocido – las que dan voz a la cruda realidad.
El cine social pone de manifiesto una realidad patente hoy en día: la crisis y los desahucios, entre otros temas.
La principal apuesta en este Festival de Málaga, XVIII edición, ha sido Techo y comida de Juan Miguel del Castillo. Su primera película se ha llevado la Biznaga de Plata a mejor actriz para Natalia de Molina.
Es una película cruda que trae por primera vez los desahucios a la gran pantalla. Con acento andaluz, una de las comunidades con más paro en España, Rocío es una madre al borde del desahucio y en paro desde hace tres años y medio.
El director ha señalado que es una película del pueblo y para el pueblo, ya que no ha contado con ningún tipo de subvención o ayuda.
Otra de las grandes bazas de este cine social viene de la mano de Daniel Guzmán, el actor conocido principalmente por su papel de Roberto en la serie Aquí no hay quien viva. Su ópera prima, A cambio de nada, se ha hecho con la Biznaga de oro a mejor película, así como ha recibido también la Biznaga de plata a la mejor dirección y al mejor actor de reparto.
Es la historia de un chico que escapa de casa en medio del divorcio dramático entre sus padres, que quieren que testifiquen cada uno a su favor. Aunque con tintes de humor, la película consigue dar eco a una realidad social también.
Por último, la corrupción es otra de las problemáticas sociales tocadas en el Festival de Málaga. El documental Corrupción: el organismo nocivo, de cinco creadores desconocidos, aborda este tema desde la perspectiva de unos funcionarios que llevan a sus jefes ante los tribunales. A raíz de eso, los problemas se suceden simplemente por hacer lo correcto.
Sandra Sánchez Guerra
Redacción