Por segundo año consecutivo vuelve “El poder de la luz”, proyecto organizado por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y la Fundación IKEA. La iniciativa tiene como objetivo suministrar lámparas y farolas solares a campos de refugiados, donde la falta de iluminación perjudica la calidad de vida de los habitantes.
“Muchas mujeres sufren abusos sexuales cuando van a las letrinas o al salir a buscar leña para cocinar” explica José Antonio León Barrena, cooperante de ACNUR, al diario español EL País.
Sin embargo, no solo la seguridad es un problema cuando oscurece. “La falta de luz limita actividades diarias que consideramos normales como sentarse a comer en familia o hacer los deberes” declaró el director general de la Fundación IKEA, Per Heggenes, durante la primera edición del proyecto. “Influye en la salud, la seguridad y en la capacidad de las familias para obtener ingresos”.
Desde el 1 de febrero hasta el 28 de marzo, la Fundación IKEA donará un euro por cada bombilla LED que venda en todas sus tiendas del mundo. Con el dinero recaudado no solo se proveerán lámparas y farolas solares, sino también otras tecnologías de energía sostenible, como cocinas de bajo consumo.
En el 2014 reunieron 7,7 millones de euros que ayudaron a 350.000 refugiados en campos de Etiopía, Chad, Bangladesh y Jordania. Se espera que en esta segunda edición se consigan 380.000 euros, que irán destinados a los mismos países, con la inclusión este año de Sudán.
A pesar de tratarse de asentamientos temporales, los refugiados pueden pasar años en un mismo campo antes de ser capaces de volver a casa. Servicios básicos como la iluminación de la vivienda y de las calles son un privilegio para miles de familias que han tenido que huir de su verdadero hogar.
Valeria González
Redacción
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