Queramos o no en algún momento de nuestras vidas debemos hacer frente a la existencia de un conflicto, en el mejor de los casos, pues como seres sociales que somos en nuestra interacción desde el propio prisma y diferencia el desencuentro puede instalarse en la vida cotidiana.
Lo cierto es que por norma general desde la niñez no estamos preparados para la disputa y lo peor afrontar bien aquellos sentimientos implicados en la afrenta: frustración, desenfado, violencia, agresión etc. de una larga retahíla.
En su origen el conflicto llega por un choque de egos e intereses pero en verdad hay una diversidad de factores que sirven de detonante, razón de su complejidad.
Según Christopher W. Moore, uno de los teóricos lideres en el campo de la transformación de conflictos se pueden clasificar:
De relación: a menudo denominados irreales motivados por estereotipos, falsas percepciones o conductas negativas repetitivas.
De información: debido a una diferente interpretación de la información, puntos de vista o procedimientos de estimación.
Estructurales: causados por estructuras opresivas de relaciones humanas y a menudo configuradas por fuerzas externas (desigualdad poder o autoridad, roles etc.)
De valores: por sistemas de creencias incompatibles.
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“A menudo los conflictos no son fruto de la maldad – que es mucho más rara de lo que creemos. Sino de simples intereses encontrados, de miedos mal formulados, de celos mezquinos o faltas de atención. Maldad y conflicto no son sinónimos.” explica la escritora y filósofa española Elsa Punset.
Porque lejos de tipificarnos en buenos y malos – salvo excepciones – solo hay individuos que creen tener la razón. En ocasiones el desacuerdo deviene de la “representación mental” que le otorguemos por falta de comunicación entre las partes, un silencio o petición no expresada.
Si en algo coinciden los expertos es que no por más eludirlo se pondrá solución, al contrario el problema tiende a enconarse y por ello nada mejor que atajarlo en cuanto sea visible.
Lo primero que deben entender las partes implicadas es que toda reconciliación tiene un precio no exenta de concesiones y por ello la perspectiva “Yo gano, tú pierdes” deja de tener validez. En su lugar llegar a un punto de encuentro beneficia a todos.
“Es mucho mejor un enfoque los psicólogos llamamos todos ganan: tenemos un conflicto vamos a proponer soluciones para que ganen todos, ganemos las dos partes” argumenta el psicólogo Rafael Santandreu y autor del best seller “El arte de no amargarse la vida”.
Fruto de esta perspectiva que pone de manifiesto la civilización creciente surge la figura del mediador, hoy en pleno auge. En su puesto desempeña un rol neutral que obliga a los enfrentados a enseñar sin reservas los motivos que llevaron a su confrontación, expresar las emociones vinculantes y encontrar ellos mismos las alternativas , es decir “gestionar soluciones” – en plural porque no existe una sino varias -.
Al fin y al cabo la historia nos enseña que los buenos sentimientos, la empatía y altruismo inherentes a nuestra condición humana son las más valiosas herramientas para unos y otros encontrarnos.
Cristina Grao Escorihuela
Redacción
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