Los últimos años, en especial a partir del estallido de la crisis financiera, han propiciado una revolución de la economía también gracias a las tesis de varios economistas valientes capaces de apostar por un nuevo modelo.

Este planteamiento de base es a partir del cual el reconocido emprendedor estadounidense, Aaron Hurst, desarrolla la aparición de un nuevo modelo económico: la Economía del Propósito. Los individuos no se rigen únicamente por el afán de lucrarse sino centrando su visión del mundo a través de las personas y planeta.
Entre las múltiples formas en que este modelo se manifiesta encontramos el trabajo colaborativo o los bancos de tiempo. Pese a que nacieron en EE.UU y España en la década de los 80 como lugares donde profesionales podían intercambiar su tiempo en actividades que necesitasen es en la actualidad cuando debido a su extensión tiene una verdadera visibilidad.
Otra de las consecuencias de la Economía del propósito es la creación de comunidades virtuales que han permitido empoderar a los ciudadanos, potenciar la democracia y servicio a los demás. Conjunto a estos cambios nace la generación millennials, jóvenes de influencia digital nacidos entre 1981 y 1995 caracterizados por estar mejor formados que sus antepasados y ganas de marcar la diferencia.
En el libro “The Purpose Economy: How Your Desire for Impact, Personal Growth and Community Is Changing the World” (La Economía del propósito: cómo el deseo de impactar, crecimiento personal y la comunidad están cambiando el mundo) Aaron esgrime tres tipos de propósitos que retroalimentan el propósito principal.
1. Propósito personal: una vez alcanzado unos niveles mínimos de confort la felicidad deviene de otro tipo de riquezas. Según los estudios el voluntariado y servicios son algunas de las actividades que mayor bienestar proporciona. Asimismo considerando que el trabajo ocupa el 50 % del tiempo que pasamos despiertos debe centrar parte de nuestras metas personales como autorrealización.
2. Propósito social: se ha demostrado que las empresas que invierten y cuidan el capital humano resultan un modelo de negocio exitoso. Desde la propia directiva se ha cambiado el liderazgo tradicionalmente jerárquico por más horizontal, donde los jefes conocen las necesidades de sus empleados y se preocupan por cubrirlas.
3. Propósito societario: tomando como ejemplo la teoría de la Difusión de Innovaciones de Evertt Rogers (1962), en la que diferentes actores son los responsables de la propagación de lo nuevo. Los actores responsables de la difusión son los innovadores, protegen el producto para que se lance sin fallos al mercado y los que se encargan de viralizarlo como un fenómeno mundial.
Cristina Grao Escorihuela
Redacción
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