Todo lo puedo en Cristo que me fortalece (Filipenses 4:13

Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. -Filipenses 4:13

Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente: no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios será contigo en donde quiera que fueres. Josué 1:9

Periodista Cesáreo Silvestre Peguero, editor de este portal Web.

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miércoles, 30 de julio de 2025

FRANCIS ANÍBAL: EL HONOR DE SERVIR INFORMANDO

algomasquenoticias@gmail.com

Por Cesáreo Silvestre Peguero

El periodismo verdadero no se alquila, no se arrodilla, no se vende en los mostradores del oportunismo. 

Se cultiva como vocación, se ejerce como servicio. En medio del ruido mediático y de la banalidad rampante, surge la figura firme y callada de Francis Aníbal, ejemplo viviente del periodista íntegro.

Él no busca parecer, él es. Rehúye las poses y prefiere el camino del deber silencioso. No lo detiene el escaso pago ni lo seduce la popularidad.  Va donde lo llama el hecho, se presenta al lugar de los acontecimientos, aun cuando el peligro esté latente. Su oficio no es para él una herramienta de ascenso social, sino una misión divina, asumida con humildad y entrega.

Posee el don poco común del olfato periodístico, esa intuición que le permite detectar la noticia donde otros solo ven rutina. Lo impulsa una certeza: “Informar es un placer que asumo como deber”, ha dicho. Y no es una frase aprendida: es su vida misma.

Produce dos espacios emblemáticos en la radio del este del país: “Las Policíacas” y “Servicios a la Comunidad”. En uno, da cuenta de los hechos trágicos con respeto y sin sensacionalismo; en el otro, se convierte en puente entre el que ha perdido algo y la esperanza de hallarlo. En ambos, late su compromiso con la gente.

Ser vocero de todos ha sido lo más difícil, confiesa. Porque tomar partido por la verdad en una sociedad saturada de intereses es un sacrificio que pocos entienden. Pero él lo ha elegido. Y lo agradece: “Al principio soñaba con ser licenciado en finanzas… luego descubrí que prefería ser el vocero de todos. Eso lo agradezco a Dios”.

Su voz resuena en Radio Dial, Sultana FM, Sterio 98, y en medios nacionales como el Listín Diario, el Noticiario Popular y el Hispanoamericano de los Estados Unidos. También editorializa en COC Radio, donde deja constancia de su pensamiento claro, libre y sereno.

Su andar es largo. Su inicio fue en Radio Mar, en los años 80 del siglo XX. Desde entonces, ha sido canal para que otros vean resueltos sus problemas. Él no presume de sus logros, pero su mirada tranquila delata la paz interior del que ha cumplido con su deber. Se aparta del bullicio, de la prisa, de la superficialidad que rige este tiempo que corre sin alma.

No se siente del todo realizado, pues cree que siempre hay nuevos terrenos que explorar. Y es que su humildad no le permite dormirse en laureles. “Tengo salud, libertad y familia dice, eso me da felicidad. Si Dios me da un limón, hago limonada, y dejo que Él dirija mis pasos”.

Le preocupa la juventud que se pierde, esa que no estudia ni trabaja, que anda por caminos oscuros. “Hay jóvenes en las sendas de Satanás dice con dolor. A ellos les exhorto a estudiar, a conocer las Escrituras, a superarse. Ver a alguien estudiando me llena de alegría. Verlos desviarse, me apena profundamente”.

La felicidad, para Francis, está en la convivencia pacífica entre los hombres. La halla en los actos nobles, no en las confrontaciones, ni en la arrogancia. Aspira a seguir comunicando con verticalidad, con profesionalismo, con una verdad que no cede ante la conveniencia. No se describe a sí mismo con grandilocuencias: “Soy un mensajero de la paz. Mi conducta la dirijo según el evangelio”.

Nacido el 4 de octubre de 1962, en Quisqueya, Francis Aníbal es padre de Miguel Aníbal y Diosi Mercedes, fruto de su unión con Mercedes Jiménez. Se formó en la escuela Virgen de la Caridad del Cobre y el Liceo Eugenio María de Hostos, donde comenzó a forjarse esa mirada crítica y sensible que hoy lo distingue.

En sus ojos verdes se refleja una esperanza intacta, esa que espera ver surgir más seres humanos que, como él, sirvan con entrega y dignidad. Su utilidad es evidente, su altruismo palpable. No necesita aplausos, pues la conciencia limpia le basta.

Y sin embargo, muchos copian sus noticias y sus fotos sin darle crédito. Pero lo más valioso su ejemplo pocos se atreven a imitarlo. ¿Por qué no copian también su vida sencilla, su fidelidad al pueblo, su capacidad de servir sin esperar recompensa?

A un lado la altanería y la arrogancia. Viva la práctica de Francis Aníbal. Viva el periodismo como vocación sagrada.

Estatura moral y profesional de Enrique Cabrera Vásquez (Mellizo).

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Por Cesáreo Silvestre Peguero 

El deber de reconocer en vida a quienes siembran luz:

SAN PEDRO DE MACORÍS.- Hay hombres que no hablan:

pronuncian cátedras vivas. No escriben: cincelan con verbo de acero y poesía de conciencia. Hay seres como Enrique Cabrera Vásquez “Mellizo” cuyo dominio de la palabra no es una simple habilidad, sino una armadura de ideas, una espada en defensa de la verdad. Su elocuencia no es flor de ornato: es llama, es látigo, es bálsamo.

Algunos teóricos sostienen que la elocuencia es innata. Pero lo innato, si no se cultiva, se marchita. Mellizo ha regado su talento con la savia del estudio, la lectura ferviente, la lucha limpia y el ejercicio persistente de una comunicación que no busca el aplauso fácil, sino la transformación del alma. Es un poeta de la tribuna, un orador de pensamiento hondo, un sembrador de conciencia en cada sílaba.

Sus discursos no son pronunciamientos: son actos de redención. Sea en un homenaje, en una plaza, o en un foro de denuncia, su voz adquiere la textura de la historia, el filo de la justicia y el consuelo de la esperanza. Nadie en esta ciudad ha elevado tanto el nivel del discurso público como él. Es un artista del verbo y un actor consagrado del pensamiento, sin dobleces ni maquillajes.

Enrique no solo comunica: educa, guía, forma. Ha sido maestro sin claustro, mentor sin pupitres. Su forma de vivir es en sí misma una clase de integridad. Franco, firme, desprendido, es de los pocos que no negocian con la conciencia ni se prostituyen con la fama. Se ha mantenido fiel a sus principios, aun cuando eso le costó el encierro, el hambre, la soledad y casi siete años de cárcel bajo el régimen de Joaquín Balaguer.

Aquel tiempo de sombras no doblegó su espíritu. Se mantuvo en pie, mientras otros se inclinaban al oro corruptor. Mellizo eligió el camino estrecho del sacrificio y la dignidad, donde pocos transitan. Nunca ha vendido su pluma, ni su voz, ni su alma.

Con la serenidad del que ha visto lo peor y no ha perdido la esperanza, responde con sabiduría:

“Aquí hay colegas que son bandidos, sí, pero también hay muchos héroes anónimos del periodismo. Ser periodista no debe ser excusa para chantajear ni extorsionar. La ética no se negocia.”

Con profunda honestidad, confiesa que su sueño de niño era ser médico… o quizás sacerdote. Su camino cambió, pero no su vocación de servicio.

“Nunca soñé con ser rico, sino con vivir con decencia. Para hacerse millonario en el periodismo hay que venderse… y yo no estoy en venta.”

Mellizo Cabrera ha sido faro en medio de un mar revuelto. Sus libros, sus conferencias, sus editoriales desde El Coloso de Macorís son ecos de una verdad sin afeites. Pero como suele pasar en pueblos enanos de espíritu, los grandes son ignorados, los valientes son marginados, y los hombres de luz caminan en tinieblas sociales.

Nadie puede negar que él es un archivo viviente, una enciclopedia ambulante que San Pedro de Macorís no ha sabido valorar. En otras ciudades hubiese sido decano, ministro, o al menos director de un canal con apoyo pleno. Pero aquí… aquí lo han rodeado la hipocresía y el silencio mezquino de quienes prefieren aplaudir a los que denigran y compran honores con billetes sucios.

Mellizo ha vivido con modestia, pero con riqueza de espíritu. Ha sido padre, dirigente, periodista, filósofo, historiador. Ha escrito libros, ha formado jóvenes, ha sembrado sueños en terrenos áridos. Ha sido brújula y refugio.

Y sin embargo, como él mismo lo sabe, este país tiende a rendir tributo cuando ya el cuerpo ha sido sepultado.

CONCLUSIÓN

Que este escrito no sea una elegía anticipada. Que no tengamos que mirar atrás con remordimiento, sino hacia adelante con gratitud.

La sociedad tiene una deuda moral con hombres como Enrique Cabrera Vásquez.

No permitamos que el egoísmo, la envidia o la indiferencia sigan matando en vida a quienes nos elevan como pueblo.

Aprendamos a valorar a los íntegros en su tiempo, a los sabios en su madurez, a los justos en su lucha.

Porque quien no honra en vida a sus héroes cotidianos… no merece sus legados cuando mueren.

El tacto de la grandeza.

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Por Cesáreo Silvestre Peguero

Hay hombres que no necesitan estruendo para dejar huella.

Que no claman por atención, porque la nobleza de sus actos habla por ellos.

Tienen el tacto de los sabios y la templanza de los justos.

No hieren con sus palabras ni se ensoberbecen con sus logros.

Son como el viento que refresca sin ser visto,

como la luz que alumbra sin reclamar gloria.

Así es Don Calazán Omar Cepeda Polanco:

hombre de visión, de voz clara y corazón entero,

alma firme de la radiodifusión petromacorisana.

Dueño y fundador del Circuito Radial COC Radio Noticias,

arquitecto de conciencias, tejedor de ideas,

sembrador de una radio que no entretiene solamente: edifica.

Allí donde muchos medios se arrodillan al poder, Cepeda se ha mantenido de pie.

No por terquedad, sino por principios.

No por arrogancia, sino por fidelidad a su deber con la verdad.

Ha sido antorcha en el viento, cauce en medio del desierto, y bastión de independencia en una era de concesiones.

Desde los micrófonos de Radio Dial, Estéreo 98 y Sultana FM, se ha construido algo más que audiencia: ha levantado ciudadanía.

Sus emisoras no han sido simples transmisoras de sonido, sino templos del pensamiento crítico, escuelas de ética, y espejos donde la comunidad puede verse y pensarse.

Desde 1937, su pasión por la radio ha sido constante y fértil, como río que no cesa, como llama que no se apaga.

Su legado no está sólo en los premios que ha recibido aunque el Star Partner Award, otorgado por la Embajada de los Estados Unidos. Además de ese gran reconocimiento el recibe la mirada agradecida de un pueblo que lo reconoce como orientador, como voz confiable, como conciencia al aire.

Lo más hermoso es que ese reconocimiento también pertenece a su equipo: Francis Aníbal, July López, Jesús Sánchez, Alexis Forbes, Monchy Roquez, Anthony Richardson, Ramón Bustamante… y tantos otros que han aprendido el arte de comunicar

bajo su égida noble, donde la ética no se negocia y la verdad no se silencia. No ha sido solo empresario.

Ha sido maestro. Mentor.

Y en muchos casos, padre profesional de generaciones de comunicadores.

Como presidente de la Asociación Dominicana de Radiodifusoras (ADORA) y fundador de instituciones deportivas y sociales,

Don Omar ha demostrado que su radio no se transmite sólo por frecuencias, sino también por gestos, por obras, por compromiso con su comunidad.

El Poder Ejecutivo le concedió la Orden al Mérito de Duarte, Sánchez y Mella.

Y no fue por azar ni por amistad política, sino porque su vida es un ejemplo…

Un civismo limpio, una fidelidad sin ruido, una trayectoria sin dobleces.

Hoy, cuando el ruido es más fuerte que la razón, cuando los micrófonos son usados como espadas y no como puentes, la figura de Don Omar se alza como un farol encendido

que no cambia con el viento, ni se apaga con el tiempo.

Que su ejemplo sea semilla. Que su voz nunca se calle.

Que su integridad siga siendo faro para los que vendrán.

Y que su vida, como una buena emisora, siga transmitiendo fe, verdad y servicio hasta donde alcance el aire… y más allá.