¿Cuántos abrazos ha dado usted hoy? ¿Y esta semana? Los abrazos reconfortan, alivian, recargan las pilas. Y sobre todo dicen “me importas” sin necesidad de hablar. Por lo que si no lo es ya, debería convertirlo en una costumbre diaria en su vida.
Aunque no es ningún secreto, ahora existen evidencias de los efectos positivos de dar abrazos. Un estudio de la Universidad Carnegie Mellon, en Pittsburgh (Estados Unidos), demuestra el beneficio tanto emocional como físico que producen.
Para llevar a cabo esta investigación, se expuso a 400 voluntarios a un virus estacional producido en el laboratorio. Posteriormente se siguió la evolución de la enfermedad en todos ellos mientras llevaban una cuenta de la cantidad de abrazos que recibían al día.
Los resultados demostraron que las personas que recibían más cariño físico desarrollaban menos síntomas de los virus además de ser más resistentes frente a la depresión y la ansiedad.
Los abrazos son capaces de modificar la producción hormonal de nuestro cuerpo haciendo que prevalezcan las que nos proporcionan sentimientos positivos frente al cortisol, que favorece el estrés y el malestar. Así pues, la serotonina y dopamina producirían una sensación de bienestar y tranquilidad, mientras que la oxitocina está relacionada con el amor.
Uno de los autores del estudio, Sheldon Cohen, afirma que “ser abrazado por una persona de confianza puede actuar como un medio eficaz para transmitir apoyo, y el aumento de la frecuencia de los abrazos podría ser un medio eficaz para reducir los efectos nocivos del estrés”.
Además del aspecto emocional, también tienen efectos positivos sobre el organismo. La oxitocina activa unos mecanorreceptores en la piel que ayudan a disminuir la presión arterial y favorecen la salud del sistema cardiovascular. El sistema inmunitario también sale fortalecido.
Dar y recibir abrazos de forma regular aumenta la autoestima, mejora el estado de ánimo, así como la confianza y la seguridad en uno mismo. El efecto es igual de positivo con gente desconocida.
Nos ayudan a comunicar cosas que no sabríamos, o no podríamos, expresar con palabras. Es por esto que no hay nada más reconfortante que un abrazo en un mal momento.
Hace más llevaderas las situaciones de estrés, como hablar en público, y favorece una comunicación más eficaz y más estrecha con la gente que apreciamos.
Los expertos defienden también la importancia de abrazar a los niños como forma de aprender a amarse a uno mismo y a los demás.
No hay que olvidar que un abrazo, como todos los gestos de amor y cariño, no sólo benefician al receptor, también al emisor, que es capaz de comunicarse emocionalmente mediante el contacto físico.
Ana Sánchez
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