Desde hace un tiempo a esta parte se han destacado notorios casos de escándalos de corrupción que parten de una filtración previa. Hace apenas 3 años, no llega, que el programador y fundador de WikiLeaks, Julian Asange, filtró varios documentos que involucran a la política y operaciones militares de EEUU.

También sonadas fueron las filtraciones de Luxemburgo sobre las ventajas fiscales a multinacionales en este caso promovidas gracias a las investigaciones del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés) como el más vivo ejemplo de periodismo colaborativo.
En estos momentos la actualidad se rinde a la ya calificada como mayor filtración de documentos de la historia. Otra vez impulsada por el valiente el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) que en asociación con el diario alemán Süddeutsche Zeitung han tenido acceso a documentos secretos del despacho de abogados panameño Mossack Fonseca.
El grueso de la revelación consta de más de 11,5 millones de informaciones internas que desvelan como miles de personas ocultan su patrimonio en sociedades situadas en paraísos fiscales.
En complicidad con casos anteriores se ha denominado Panamaleaks. Firma de origen panameño que actúa en una red mundial proporcionando a sus clientes sociedades ‘offshore’, creando compañías que se benefician de la legislación de paraísos fiscales con tal de que se les permitan evadir impuestos y regularizar de forma ventajista su dinero.
Con mayor trascendencia son muchos los nombres famosos implicados en este escándalo desde todas las esferas.
Pese a las excusas de Mossack Fonseca quienes aseguran cumplen con la legislación en contra del blanqueo de dinero, el caso tiene vistas de seguir profundizando. Cabe recordar Mossack Fonseca ya había estado en el punto de mira.
Los reporteros de Süddeutsche Zeitung habrían tenido acceso a una fuente confidencial de la firma pocos meses después que los tribunales alemanes citasen algunos documentos secretos en una serie de juicios del año pasado. Una vez más el periodismo recupera su función de servicio iluminando lo que los poderes fácticos ocultan.
Cristina Grao Escorihuela
Redacción
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