Todo lo puedo en Cristo que me fortalece (Filipenses 4:13

Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. -Filipenses 4:13

Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente: no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios será contigo en donde quiera que fueres. Josué 1:9

Periodista Cesáreo Silvestre Peguero, editor de este portal Web.

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domingo, 29 de junio de 2025

"Frontera de Silencios y Compromisos”

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Por Cesáreo Silvestre Peguero 

La regulación fronteriza entre nuestra nación y Haití ha sido, por décadas, una grieta abierta en la columna vertebral del Estado dominicano. Una herida mal atendida que sangra soberanía y desdibuja autoridad. A lo largo de los diferentes gobiernos, este tema ha sido tratado con guantes de terciopelo, cuando en realidad exige manos firmes y alma de acero.

El actual presidente, Luis Abinader, ha simulado interés en enfrentar esta problemática. Pero, entre líneas, su accionar revela una falta de voluntad política. Por un lado, se pliega a la presión de organismos internacionales que confunden ayuda con injerencia. Por otro, su cercanía con ciertos sectores empresariales, especialmente del turismo, lo hace mirar hacia otro lado, pues la mano de obra barata, informal y desprovista de derechos resulta más cómoda que enfrentar el deber de justicia laboral.

A esto se suma el silencio oportunista de la oposición, que también calcula con frialdad los votos de esa población haitiana que, regularizada o nacida aquí, tiene derecho a elegir en las urnas. Una realidad que es usada como moneda en la política menuda, sin visión de nación ni proyecto de futuro.

Pero la frontera no solo se deshace por negligencia política. También por el sucio negocio de quienes, con charreteras relucientes, comercian con el paso humano como si fuesen cargas de azúcar o sacos de café. Hay generales que han convertido el límite territorial en un mercado oscuro donde la patria se alquila por tandas.

Del otro lado del ruido, aparecen voces que se proclaman nacionalistas, pero que con su ceguera xenofóbica y su borrachera de odio, en lugar de construir muros de justicia, levantan trincheras de ignorancia. No aportan solución, solo más fuego.

Yo no soy prohaitiano. Tampoco antidominicano. Soy un ciudadano libre, sin venda en los ojos ni bozal en la lengua. No me arrastro tras banderas partidistas ni soy eco de fanatismos. Gracias a Dios, no soy borrego. Soy independiente, y desde esa libertad de criterio, lanzo esta reflexión con el corazón encendido de amor por mi país.

Confío en Dios. Oro porque Él nos dé luz, valor y responsabilidad. Porque el Estado dominicano entienda que no es propiedad del partido de turno, sino herencia sagrada del pueblo, custodiada bajo el ojo eterno del Altísimo.

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