Todo lo puedo en Cristo que me fortalece (Filipenses 4:13

Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. -Filipenses 4:13

Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente: no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios será contigo en donde quiera que fueres. Josué 1:9

Periodista Cesáreo Silvestre Peguero, editor de este portal Web.

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domingo, 29 de junio de 2025

Los que gritan, pero no edifican

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Por Cesáreo Silvestre Peguero

Actuar con grosería no es solo arrebatar comida en la mesa. Es creerse dueño de todo, exigir lo que no se ha ganado, silenciar al que crece, y aplastar al que brilla. En San Pedro de Macorís, esta actitud se ha adueñado de algunos micrófonos y redacciones, transformando el noble ejercicio de la comunicación en una selva de vanidades y bloqueos.

Un núcleo reducido de comunicadores, arrogantes y aferrados a viejos privilegios, pretende monopolizar el espectro periodístico local. Desde cabinas, pasillos empresariales y espacios públicos, han formado una élite rancia que impone barreras a quienes desean ejercer con ética y vocación.

Muchos talentos locales han emigrado a Santo Domingo o al extranjero, no por falta de capacidad, sino por el sabotaje sistemático de estos “guardianes del aire”, quienes controlan las relaciones públicas de empresas y solo reparten publicidad a sus aliados o a quienes estén dispuestos a pagar comisiones por debajo. No comparten; acaparan. No celebran el ascenso de otros; lo sabotean. No construyen; destruyen.

Han llenado el camino de espinas y de alambres de púas. Ven el talento ajeno como una amenaza. El derecho de los demás a crecer les provoca ira. Son figuras públicas con actitudes de bestias hambrientas, dispuestas a morder la dignidad de los demás por una cuota de poder.

Y lo más triste no es su proceder, sino la pasividad de los buenos. Muchos comunicadores éticos, serios y de principios se mantienen al margen, temerosos o resignados, callando frente a las injusticias. Su silencio es preocupante, su neutralidad, cómplice. Ante un escenario de manipulación y exclusión, callar es renunciar al deber moral de corregir.

Estos seudo periodistas son asesinos de ideales. Su pensamiento es débil, su conducta incoherente, su convicción cambiante. Se han divorciado de los valores que ennoblecen la profesión: la verdad, la honestidad, el respeto y la solidaridad. Han convertido el micrófono en un arma de exclusión, y la pluma en un instrumento de revancha.

Se está perdiendo el pudor. Lo vulgar se normaliza. La difamación se convierte en herramienta de competencia. En este ambiente, la solidaridad no germina. El respeto se desvanece. La colaboración desaparece. Y el periodismo se degrada.

La rivalidad por mezquindad es hoy una triste realidad. Muchos comunicadores, carentes de contenido, ambicionan notoriedad sin mérito, y buscan despertar envidia sin causa. Se aferran al poder no para servir, sino para justificar su permanencia a costa del mérito ajeno.

Jean-François Revel advertía: “Nunca ha sido tan abundante la información… y nunca tanta la ignorancia.” Hoy abundan los “informados” sin profundidad, inflados de una superficialidad que solo sirve para hacer ruido. Se han vuelto plásticos desechables, útiles para el espectáculo, pero sin peso para la historia.

Estos actores del escenario mediático deben hacer introspección. Urge que miren hacia adentro y reconozcan la miseria ética en la que han caído. Que reemplacen su actuar avasallante por una conducta humana, noble, elevada. Que entiendan, como dijo Enrique Rojas, que el hombre es libre porque puede elevarse sobre sus instintos más primarios, y elegir lo mejor, lo noble, lo verdadero.

La libertad no es hacer lo que se quiere, sino aspirar a lo que se debe.

“Muchas veces el éxito de los malos tiene como base la indiferencia de los buenos.” No podemos seguir siendo indiferentes. Es momento de fustigar, de cuestionar, de despertar.

La comunicación no puede seguir siendo un terreno para el odio, sino un espacio para fundar. Porque como dijo José Martí: “Los hombres van en dos bandos: los que aman y fundan, y los que odian y deshacen.”

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